miércoles

En cambio ella... ella callaba, callaba todo. No por miedo, ni por orgullo, aunque fuera de las más orgullosas. Se negaba a moverse de aquel sitio, se negaba a bajar la vista por un segundo, se negaba a encontrar los ojos que le pedían al menos una palabra... al menos una mirada... al menos algo que no fuera indiferencia, que a él lo venía matando desde siempre.

A sus silencios los interpretaba la Otra, los desarmaba, los dividía, analizaba, desparramaba por sobre la mesa, los organizaba de manera distinta, le buscaba mil explicaciones. Era de las tareas que más la fascinaban: deshacer y rehacer situaciones, escuchar una y mil veces las mismas historias para agregarle detalles y convertirlas en una historia distinta cada vez. Para que incluso fueran contradictorias entre sí, para que se llenaran de vicios y resultaran frías y superficiales, o para que se abrigaran unas a las otras y hicieran que de los ojos mismos de la autora brotaran lágrimas.
Todo para que después, cuando las palabras estuvieran listas, gritarlas o susurrarlas al oído de alguien, al oído de él si era posible. Quizás era el unico momento en que él aceptaba su hombro, dejaba que su respiración lo delate y que ella secara su llanto. Porque durante el resto del tiempo, él también sabía ser todo silencio.

Se retorcía por una como por la otra. Los silencios lo alejaban, los silencios le impedían acercarse y entenderla, le prohibían formar parte de ellos... ella se quedaba con una representación muchas veces equivocada de lo que él sentía, y no aceptaba explicación alguna. Si al menos de alguna forma ella le decía que estaba bien, que él le hacía bien.
Aún así, cuando conoció a la Otra, las palabras lo llevaban por un camino largo y con sentido aparente, pero después lo traían de vuelta para conducirlo por otro, y así, la Otra nunca se cansaba de inventar razones, de encontrar motivos, de descubrir relaciones entre los sentimientos del ahora y los que aquella había tenido en su tiempo, y los que por aquella él, y los que por él ella...
A veces hasta se sentía mejor que la Otra también eligiera el silencio... pero entonces la Otra se percataba de ello, y entonces también elegía la distancia.

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