viernes

-Aprendí a callarme a medida que entendí que no ibas a hacer nada con mis gritos. Sí, probablemente te resultaba exagerado, y reconozco que incluso algunas veces me desarmé en actuaciones para que al menos te rieras de mi. Pero supongo que cuando me dijiste que basta, que me fuera callando, que shh...!... Supongo que ahí dejé de tener motivo o voluntad para seguir escribiendo. No digo que no me dijeras si lo que yo decía te gustaba o la música que ponía de fondo te parecía linda o feo, porque me lo decías. Pero yo te estaba pidiendo ayuda, hermano! Yo te estaba rogando que la escucharas, que te acercaras para ver qué cagada se había mandado ahora y de qué pozo necesitaba salir! Qué había malinterpretado, qué tormenta se le avecinaba...
Pero a los textos nadie nos escucha.
Creo que lo que más me duele es que vos hayas visto todo esto en mis gritos, y que no hayas hecho absolutamente nada. Probablemente porque es muy fácil confundir mis gritos con canciones, porque para cuando grito ella ya está lastimada, o por todos los motivos que quieras... ella sigue ahí, yo sé que vos entendés lo que le pasa, entendés por qué le pasa, y sabés que a ella le encantaría que estuvieras ahí diciéndole lo que... iba a escribir 'necesita...' pero al respecto de eso tenemos puntos de vista tan distintos... y me olvido.
Ella trató de callarme. Era más fácil hablarte cuando no podía perderte.
A veces... a veces es más fácil sonreir.
Y durante mucho tiempo lo fue. Quizás en algún momento -ahora, por ejemplo- me cansaba y necesitaba volver a gritar, volver a dar tres párrafos por semana y decir acá estoy, el silencio fue temporal, el silencio fue por miedo, el silencio fue porque... el silencio fue porque no quería que ella se encontrara en sus palabras, no quería que ella aceptara lo que le estaba pasando, era más fácil disfrutar de la felicidad o de las lágrimas del momento y no acordarme de eso nunca más...
...después de todo, si ella quería... otra vez será.

1 comentario:

  1. Quién no ha acallado alguna vez a su consciencia y ha preferido vivir, sin pensar.
    Luego el final llega y te susurra,"ya te lo dije" pero hacerte las tontas ya no convence a nadie (aún menos a ti misma).

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