domingo

Me encontré con vos varias veces, nos mezclamos con Buenos Aires en los ojos de la otra... jugábamos a querernos sin ver, a confiar por confiar, a perdernos y perseguirnos sutilmente, descubrir la piel extraña y conocida, conocer los olores y gustos... hacernos creer que éramos alguien (si ni siquiera podía hacérmelo creer a mi misma)...

Repetí los juegos mientras vos no estabas, y sola nunca fue lo mismo, por muy vívidos que fueran adentro mío, seguían siendo míos, no nuestros, seguían maldítamente convertidos a mi lógica, pintados desde mi punto de vista y me falta el otro lado del cuadro, me falta tu risa, que levantes las cejas, que cierres los ojos y preguntarte si estás cansada sabiendo que sí. Me falta cruzarte y no saber qué hacer, me falta que me encuentres y no saber que estabas ahí... y tener que improvisar... y que te rías, y... (vos insistís con que sos torpe pero...) A veces decirte dos veces lo mismo... olvidarme que te estaba hablando, de qué te estaba hablando, porque me gusta creer que no te importa que te encuentre en otros planos.

Hacer como que nos conocemos, y confiar en ese encuentro que existió aunque no sepamos cuándo fue, confianza que ¿cuándo empezó?...

Y entrar por tu puerta y pisar las baldosas que pisás a diario, aunque sea una vez. Con lluvia, a la mañana, a la noche, cuando caen gotitas de frío en la piel, cuando hierve la ciudad... La primera vez los olores eran distintos, mezcla de desconocido y a la vez un por fin. La última se volvían conocidos y sabía que iban a dejar de serlo cuando volvieras. Te quiero abrazar... saber que entendés esto como siento que lo entendés, que no es otra ilusión mía, que no estoy inventando alegrías donde no las hay...

(Que si alguna vez leías esto iba a dejar de ser lo mismo,
que probablemente lo sabías... y me asusta menos creer que no.)




Y cuando volvieras otra vez el escenario cambiaba de color, otra vez dejaba de jugar sola y volvía a encontrarte sin esperarlo, como la primera vez, y sorprenderme de encontrarte y olvidarme del mundo porque te encontré.
Me pregunto si entenderás la eternidad como la entiendo yo... me pregunto si sentirás el presente como lo siento yo. Si cada segundo es una vida, si cada instante que vale la pena, en el que se traspasan las figuras con las que se habla, en el que se siente al otro y las palabras son innecesarias y a la vez el puente...
Entonces somos juntas, somos siempre, somos nuestro siempre.

viernes

Sostenías la guadaña y no era para bajarla sobre mi cabeza. Tu mano imaginaria voluntariamente extendida hacia adelante, hacia donde estaba yo. Pero nuestros ojos no se encontraron... sólo podía ver el reflejo de los tuyos que caían sobre el vidrio y sobre mi espalda.
Te movías en las sombras. La piel blanca, la ropa oscura, la paz(ciencia) que te caracteriza me confirmaban que se trataba de vos. O quizás no eras vos en el mundo real, pero lo eras en mi mundo. No me apurabas, no venías a juzgarme, no me pedías nada. Al mismo tiempo esperabas que tomara tu arma y la bajara yo misma, me recordabas que juzgara mis acciones, que decidiera.
Me tendías aquello que había ejercido la condena sobre tus actos, para que reconociera la falla en mi y dispusiera el castigo.
De no haber castigo, seguías ahí vigilándome, tu respiración invadiendo mi silencio inmóvil, hasta que cometiera otro error y estuviera dispuesta a dejarlo todo otra vez.