jueves

Y te fuiste nomás. Ahí, a ayudarlos. ¿Para qué querés ayudarlos? Están todos enfermos, amor, están todos enfermos. Te van a contagiar, amor. Queremos estar juntos toda la vida, pero si seguís yendo a la ciudad te vas a contagiar, y listo. Sabés que se están muriendo todos. Sí, yo sé que usás barbijo y todo lo demás, todo lo demás que quieras. Pero yo pensé que teníamos un proyecto, ¿sabés? Y cada vez que te vas siento que estuvieras descuidando todo eso. Sabiendo la alta posibilidad de que algún día no vuelvas, ¿qué necesidad tenés de ir a meterte entre todos esos, a hacerte la salvadora? Ya no debés ni acordarte. Cuando éramos chicos tuviste una enfermedad grave, amor, en las vías respiratorias. Y sí, no sos la persona más fuerte para andar tratando con estas cosas. No, no, no, no me vengas con que como vos ya tuviste la enfermedad ahora no te va a hacer nada, porque la epidemia que hay en la ciudad no es como la varicela, que la tenés una vez y listo. Au contraire, a veces hasta te deja más predispuesto a volver a agarrártela, más como los resfríos.

No bajes otra vez, ¿si? Quedate conmigo... no necesitás bajar, no necesitás ir a ayudarlos. ¿Tan, tan feliz te hace verlos felices? ¿Tanto bien te hace poder ayudarlos, poder darles esa sonrisa de persona-que-salió-de-algo-muy-parecido, y aliviarles el dolor aunque sea por un rato, hacer que crean que van a poder salir?

La conocí el otro día. Vi como la estabas curando... cómo te pedía a gritos ahogados, porque ya se quedó sin voz, que te quedaras con ella. Vi como te miraba, hermosa ella y hermosa vos. Sí, sé que no la mirabas de la misma forma, pero ella quería que te quedaras solo para ella porque está empezando a pensar, a sentir, que vos sos la medicina, y no que se la traés. No sabe que es una medicina muy fácil de hacer... no sé bien por qué, pero a la gente de allá abajo les cuesta entender eso. Prefieren que vayan los médicos y se la lleven armada, y se la den en cuchara en la boca... y vos estás haciendo eso, amor.

Sí, yo sé que te gustaría más que ella aprendiera a armarla por si misma. Pero creo que ella no quiere creer que es capaz. No quiere creer que puede dejar de necesitarte, como yo en algun momento quería creer que siempre iba a necesitarte a mi lado. Hacerse cargo de que quiero que te quedes, y de que si te vas me duele y acepto que me duela y te dejo ir porque esa es tu decisión, es más difícil.

Andá, amor, bajá a verlos si eso es lo que te hace bien. Compré barbijos nuevos, para que podamos ir juntos si alguna vez querés llevarme. Yo quiero conocer tu mundo, quiero saber por qué te llaman tanto la atención, por qué querés cuidarlos tanto. Yo quiero saber con quién estás cuando no venís acá conmigo, donde sabés que estamos más seguros. Yo quiero saber por qué elegís cuidarlos, por qué elegís atenderlos a ellos que están enfermos, en lugar de elegir acercarte y compartir con personas sanas. Preferís ayudarlos a salir, insistís con ayudarlos a que sanen... y yo a veces siento que debería enfermarme, para poder estar allá y ver cómo sos cuando estás abajo.

Pero quizás yo ya te conocí abajo alguna vez, y por eso estoy acá arriba. Y por eso te espero a que termines de darles la medicina y decidas volver conmigo a dormir, a contarme cómo te fue, a cuidarme de nada y de peligros inventados que armé cuando todavía no llegabas, sólo porque nos gusta cuidarnos y no porque haya algo tan grave que curar, que nos impida besarnos sin barbijo.