domingo




yesterday love was such an easy game to play.
la primera vez que el viento
te trajo a mi
a penas vi
tu figura deslizándose en la luz.

comprendí que era tu imagen
la del amor
la de la unión
más allá de la distancia entre los dos

déjate resbalar
por aquella primera vez
déjate recopar
que yo te tomo de la mano y vos
traés alucinada
un brillo en la mirada
que me atrapa desde la primera vez.

la primera vez que el cielo
nos elevó
fue tanto amor
que la unión de nuestras vidas hizo dos.

aquí estamos aprendiendo
a sostener
nuestro querer
como el vuelo de dos aves, sin caer

déjate resbalar
por aquella primera vez
déjate recopar
que yo te tomo de la mano y vos
traés alucinada
un brillo en la mirada que
me atrapa desde la primera vez,
me atrapa desde la primera vez.
"I have sought love, first, because it brings ecstasy -- ecstasy so great that I would often have sacrificed all the rest of life for a few hours of this joy. I have sought it, next, because it relieves loneliness -- that terrible loneliness in which one shivering consciousness looks over the rim of the world into the cold unfathomable lifeless abyss. I have sought it, finally, because in the union of love I have seen, in a mystic miniature, the prefiguring vision of the heaven that saints and poets have imagined. This is what I sought, and though it might seem too good for human life, this is what -- at last -- I have found."
[ Bertrand Russell - What I have lived for ]

Love.. What for?
Is it possible to love knowledge... to love being rational...
..to become so rational that love becomes equal to certain combination of elements?
Is it possible to be cold and loved... and yet not loving?
Respiré tu aire. Atravesó el espacio entre mis labios desde los tuyos, que estaban a no más de unos milímetros de mí. Cuando lo noté también exhalé por la boca, y creo que cerraste los ojos cuando mi aliento alcanzó tu piel. Intercambiamos suspiros y casi pareció que nos enamorábamos.

jueves

Elegí no esperarte y dispuse toda mi atención en el filo del cuchillo que empuñaba. El hombre a mi lado no sonreía pero sus ojos tampoco mostraban dolor. Prácticamente inerte (todavía respiraba por lo bajo) yacía sobre las sábanas desorganizadas. Hace un rato habíamos hecho como que nos amábamos. Creo que tenía miedo. No del cuchillo. Miedo de mí. No tanto de lo que yo fuera a hacer con él como de lo que yo fuera a hacer conmigo después de ocuparme de su cuerpo.
Acerqué el filo a su clavícula, de golpe decidiendo que él te había tragado. Que era por su culpa que vos no estabas más, que habías desaparecido. Algo te había consumido, in fact.
Entonces presioné el cuchillo.. y corté.. admiré como la sangre que mantenía vivo este cuerpo se derramaba por la piel blanca... como los ojos de su portador iban perdiendo vida in every passing second. Ver la tranquilidad con la que lidiaba con su muerte me deleitaba, y sin embargo en sus ojos seguía habiendo más placer que en los míos.
Busqué su sonrisa, las comisuras de los labios curvadas hacia arriba. Exhaló, el aire cálido partió sus labios y acerqué mi boca a la suya.
-Devolvémelo..
No respondió. Corté verticalmente atravesando el pecho. Él hizo una pausa, tomó el aire necesario y dijo sus últimas palabras.
-Acabás.. de matarlo.
I would have given you all of my heart
But theres someone whos torn it apart
And shes taken just all that I had
But if you want Ill try to love again
Baby Ill try to love again but I know

The first cut is the deepest
Baby I know the first cut is the deepest
But when it come to being lucky shes cursed
When it come to loving me shes the worst
I still want you by my side
Just to help me dry the tears that Ive cried
And Im sure going to give you a try
And if you want Ill try to love again
Baby Ill try to love again but I know

The first cut is the deepest
Baby I know the first cut is the deepest
But when it come to being lucky shes cursed
When it come to loving me shes the worst

I still want you by my side
Just to help me dry the tears that Ive cried
But Im sure gonna give you a try
cause if you want Ill try to love again
Baby Ill try to love again but I know

The first cut is the deepest
Baby I know the first cut is the deepest
When it come to being lucky shes cursed
When it come to loving me shes the worst





- ¿Qué se siente estar del otro lado?
- Lo intenté.. lo intenté todas las veces.
- ¿Y pudiste hacerlo? ¿Nadie mas que vos salió lastimado?
- No. No pude acercarme sin herir a quien estuviera cerca mío.
- ¿Y ahora?
- No me importa.. igual quiero quedarme cerca.
- Vas a salir lastimada. No soy la primera en decírtelo.
- Lo sé. Así como muchos salieron lastimados porque yo no..
- ¿No entendés que nunca vas a poder volver a entregarte como lo hiciste la primera vez? ¿No entendés que una vez que te curan la miopía, no pueden volver a hacerte miope?
- Sí... ¿pero no era más fácil no ver?
- Ahora sabés cuán lastimada podés salir, y cuánto daño se pueden hacer las personas que dicen quererse.
- Podría hacer como que no lo sé.
- Si ves un cartel que dice cuidado... y leés, y dice "cuidado"... vas a saber que hay algo de lo que tener cuidado. Sin importar que quieras seguir caminando, probablemente tus pies obedezcan y bajes el escalón despacio para no tropezarte.
- Puedo saltar.
- Es una opción.
- También puedo taparme los ojos.
- Así no vas a admirar por dónde estás yendo. ¿preferís perderte el ahora para no ver lo que viene después?
- No. ¿No hay forma de que vea el ahora sin enterarme de qué va a pasar?
- Sí... pero acordate de que si llegás a un gramo, te mata.




[ final no planificado. me sorprendió. ]

Los acechaba un miedo irracional de entregarse a la irracionalidad de lo eterno.
Ambos temerosos, ella con miedo de volver a lo eterno de siempre, él con miedo de dejar lo eterno de su ahora.
Durante meses enteros permanecieron inmóviles, igual que el miedo.

miércoles

(...)lo que me convierte en masoquista, estúpida, insignificante o ciega.
*mira con cara de enojado, ella lo mira y se acerca.*

-Dejalo Hann... no te quiere...
-No pero mirá, es re bonito..

*mira más enojado*

-Ya sé, sí, es re bonito, pero no te quiere..
-Pero no quiero que me quiera, quería mirarlo nomás...


[ de "cómo se parecen los hombres y los perros", parte 1 ]

martes

Se encontraba en la región de los asteroides 325, 326, 327, 328, 329 y 330. Para ocuparse en algo e instruirse al mismo tiempo decidió visitarlos.

El primero estaba habitado por un rey. El rey, vestido de púrpura y armiño, estaba sentado sobre un trono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso.

-¡Ah, -exclamó el rey al divisar al principito-, aquí tenemos un súbdito!

El principito se preguntó:

"¿Cómo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?"

Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos.

-Aproxímate para que te vea mejor -le dijo el rey, que estaba orgulloso de ser por fin el rey de alguien. El principito buscó donde sentarse, pero el planeta estaba ocupado totalmente por el magnífico manto de armiño. Se quedó, pues, de pie, pero como estaba cansado, bostezó.

-La etiqueta no permite bostezar en presencia del rey -le dijo el monarca-. Te lo prohíbo.

-No he podido evitarlo -respondió el principito muy confuso-, he hecho un viaje muy largo y apenas he dormido...

-Entonces -le dijo el rey- te ordeno que bosteces. Hace años que no veo bostezar a nadie. Los bostezos son para mí algo curioso. ¡Vamos, bosteza otra vez, te lo ordeno!

-Me da vergüenza... ya no tengo ganas... -dijo el principito enrojeciendo.

-¡Hum, hum! -respondió el rey-. ¡Bueno! Te ordeno tan pronto que bosteces y que no bosteces...

Tartamudeaba un poco y parecía vejado, pues el rey daba gran importancia a que su autoridad fuese respetada. Era un monarca absoluto, pero como era muy bueno, daba siempre órdenes razonables.

Si yo ordenara -decía frecuentemente-, si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía".

-¿Puedo sentarme? -preguntó tímidamente el principito.

-Te ordeno sentarte -le respondió el rey-, recogiendo majestuosamente un faldón de su manto de armiño.

El principito estaba sorprendido. Aquel planeta era tan pequeño que no se explicaba sobre quién podría reinar aquel rey.

-Señor -le dijo-, perdóneme si le pregunto...

-Te ordeno que me preguntes -se apresuró a decir el rey.

-Señor. . . ¿sobre qué ejerce su poder?

-Sobre todo -contestó el rey con gran ingenuidad.

-¿Sobre todo?

El rey, con un gesto sencillo, señaló su planeta, los otros planetas y las estrellas.

-¿Sobre todo eso? -volvió a preguntar el principito.

-Sobre todo eso. . . -respondió el rey.

No era sólo un monarca absoluto, era, además, un monarca universal.

-¿Y las estrellas le obedecen?

-¡Naturalmente! -le dijo el rey-. Y obedecen en seguida, pues yo no tolero la indisciplina.

Un poder semejante dejó maravillado al principito. Si él disfrutara de un poder de tal naturaleza, hubiese podido asistir en el mismo día, no a cuarenta y tres, sino a setenta y dos, a cien, o incluso a doscientas puestas de sol, sin tener necesidad de arrastrar su silla. Y como se sentía un poco triste al recordar su pequeño planeta abandonado, se atrevió a solicitar una gracia al rey:

-Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...

-Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?

-La culpa sería de usted -le dijo el principito con firmeza.

-Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar -continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.

-¿Entonces mi puesta de sol? -recordó el principito, que jamás olvidaba su pregunta una vez que la había formulado.

-Tendrás tu puesta de sol. La exigiré. Pero, según me dicta mi ciencia gobernante, esperaré que las condiciones sean favorables.

-¿Y cuándo será eso?

-¡Ejem, ejem! -le respondió el rey, consultando previamente un enorme calendario-, ¡ejem, ejem! será hacia... hacia... será hacia las siete cuarenta. Ya verás cómo se me obedece.

El principito bostezó. Lamentaba su puesta de sol frustrada y además se estaba aburriendo ya un poco.

-Ya no tengo nada que hacer aquí -le dijo al rey-. Me voy.

-No partas -le respondió el rey que se sentía muy orgulloso de tener un súbdito-, no te vayas y te hago ministro.

-¿Ministro de qué?

-¡De... de justicia!

-¡Pero si aquí no hay nadie a quien juzgar!

-Eso no se sabe -le dijo el rey-. Nunca he recorrido todo mi reino. Estoy muy viejo y el caminar me cansa. Y como no hay sitio para una carroza...

-¡Oh! Pero yo ya he visto. . . -dijo el principito que se inclinó para echar una ojeada al otro lado del planeta-. Allá abajo no hay nadie tampoco. .

-Te juzgarás a ti mismo -le respondió el rey-. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio.

-Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte y no tengo necesidad de vivir aquí.

-¡Ejem, ejem! Creo -dijo el rey- que en alguna parte del planeta vive una rata vieja; yo la oigo por la noche. Tu podrás juzgar a esta rata vieja. La condenarás a muerte de vez en cuando. Su vida dependería de tu justicia y la indultarás en cada juicio para conservarla, ya que no hay más que una.

-A mí no me gusta condenar a muerte a nadie -dijo el principito-. Creo que me voy a marchar.

-No -dijo el rey.

Pero el principito, que habiendo terminado ya sus preparativos no quiso disgustar al viejo monarca, dijo:

-Si Vuestra Majestad deseara ser obedecido puntualmente, podría dar una orden razonable. Podría ordenarme, por ejemplo, partir antes de un minuto. Me parece que las condiciones son favorables...

Como el rey no respondiera nada, el principito vaciló primero y con un suspiro emprendió la marcha.

-¡Te nombro mi embajador! -se apresuró a gritar el rey. Tenía un aspecto de gran autoridad.

"Las personas grandes son muy extrañas", se decía el principito para sí mismo durante el viaje.

sábado

el mes más lluvioso en buenos aires es marzo.
me encanta encontrar coincidencias.
abrí los ojos en la página cincuenta
y repetí
con tus palabras, mi ciencia,
en un intento
de que me conozcas
y de ver
cómo me conocías.

debatí.
era creerme
que sabía tu respuesta
o ver
cómo me respondías.

miércoles

Ella toma el ascensor a la mañana, sin temor a que se caiga. Baja en el 3º piso y toca con dos golpes a la puerta, se abre, y entra Mariel. Mira alrededor y se dirije a uno de los cuartos. No sabe que el capitán no camina tras ella, y avanza sola.
Detrás de la puerta se esconde su victimaria. Ariel viste lencería y su cuerpo perfecto se acerca a Mariel.
- Sos muy débil... ¿estás segura de que querés estar acá?
Mariel no contesta. La observa, Ariel se ve preciosa, confiada, sonriente. Su ropa, negra; su piel, pálida. No lleva marcas -nadie marca jamás a la fría Ariel.
- Vas a salir lastimada... -dice con voz filosa. Mariel todavía calla.- Dejame sola con él. Te lo digo porque quiero protegerte. - Mariel se queda en silencio.
Ariel no habla demasiado. Extrae de un lado de su corset algo metálico, y lo deja a la vista. Mariel ve el resto de sangre en el filo, y si bien no se sorprende, habla.
- Lo lastimaste.
- ¿Y?
- ¿Para eso querés que te deje sola con él? ¿Para seguir lastimándolo?
- No, bonita, no. Es más seguro, en serio. Para tu propio bien. Lo que quiero mostrarte con esto, es que yo puedo lastimarlo también. Y vos probablemente no.
- Vos podés lastimarlo porque estoy yo acá. Sino serías una más.
- ¿Una más? Claro.. una más que habla como él, que siente como él, que lo entiende. No tenés idea de lo importante que es que te entiendan en estos casos.
Mariel calla otra vez. Una lágrima cae por su mejilla.
- Te estás metiendo con cosas que no podés manejar. Dejámelo a mi, que soy su par.
- Él me eligió a mi como par en primer lugar.
- Eso dijo... pero te eligió sólo cuando me vio.
- Mentís. Son cosas distintas. ¡Mentís! - Mariel insiste, y empieza a desesperarse.
- La única que se miente sos vos... yo, igual que él, tengo las cosas claras. Sé lo que quiero. Si te pregunto ahora, a vos, qué querés... ¿me podés responder?
Mariel suspira. Deja caer algunas lágrimas más, y corre la vista. -Quiero hacerlo feliz.
- JA! ¿Y vos?
- ¿Yo qué?
- Te va a lastimar, sabelo.
- ¿Y?
- Bonita... hablás de incondicionalidad... - Ariel toma el arma, y con hábiles movimientos logra que Mariel quede recostada en su regazo. Ambas sobre la cama. - La incondicionalidad va a matarte... ¿sabés cuando? Right now, my darling, right now.
El filo corta la piel y derrama la sangre. Mariel llora en silencio, Ariel sonríe.
- Entendé que también es por su bien. Así no va a tener qué sentir. Si vos morís, entonces puede dedicarse completamente a placeres de otro tipo... y de eso me encargaré yo. El cariño no siempre es necesario...
- En... ningun... momento, dije incondicionalidad.
- Lo pensaste. Sabés que estás tan devoted to him, que harías lo que fuera por él. ¿Y sabés por qué no te defendés de mi? Porque sí sabés que lo hago feliz. Porque querés que la pase bien... y a vos no te gusta que lo lastime, no... pero sos consciente de que a él sí le gusta, y entonces me dejás. Te lo agradecería si fuera mi estilo. Pero la verdad, creo que todo se consigue, hermosa.
Su respiración se dificulta, su visión se nubla, Mariel cierra los ojos.
- Eso... no veas, mejor no veas cómo lo lastimo. Mejor andate ahora, que todavía es temprano.. cantá tus palabras de amor para él, decí todos los 'te amo' que quieras... pero dejame hacerlo feliz. Vos podés quedarte en tu dolor mientras te lastima(mos). También vas a ser feliz.
- No--
- ¿Qué más querés?
- Quiero.. hacerlo feliz.. ya ... te lo dije.
- Él no se va a dar a vos. Le venís re bien. Mirate nomás, cómo te dejás matar porque sabés que tengo razón y que no servís para nada más que interrumpir su felicidad. ¿Querés hacerlo feliz? Dejame entonces que te saque del medio. Te prometo que si llora la va a pasar bien.
- Duele.
- ¿Sí? ¿...y?
- Igual... a él.
Ariel ríe, orgullosa. Mariel niega con la cabeza.
- ¿Seguís creyendo que no quiere intentar?
- Te podría jurar que vi con mis propios ojos cuando borró la palabra 'crecer' de su diccionario.
¿Por eso podés lastimarlo? ¿Porque no dejás de ver sus dificultades? Si vieras lo bueno que tienen los demás... te considerarías una basura y no soportarías tu propia existencia... Self-sufficient.. necesitás creer que sos la mejor.. Mariel piensa y en sus labios se dibuja una sonrisa de alivio. La sangre dejó de correr y ahora sigue recostada sobre sus sábanas.
Ariel se levantó al oírlo llegar. Él entra a la habitación y las mira a ambas.

Yace una mujer recostada sobre la cama, con el filo en su mano y vestida en lencería. En su cuello hay un corte bastante profundo, y la sangre, aunque ya no brota de la herida, decora su piel. Sus ojos muestran una mezcla de vacío y satisfacción.

- Te amo... - susurra. Todavía respira. He stays still.



[conste que pensaba terminar esto con "Y así Mariel murió." y no pude.]
"So, she once more died away, and nobody minded her."

lunes

Están las cosas que me hacen acordar a él y las que me hacen acordar a vos. Las segundas las concibo casi con alivio, es una sensación bastante agradable, la verdad. Es que cuando tienen que ver con vos, más allá de que no sean tan pacíficos como creía que iban a ser, o como cuando de tanta paz me alteraban la presión, están permitidos. Sí, por más que sean los recuerdos más bizarros, más enfermos, más inesperados... está bien que piense en vos. En cambio con los primeros... bueno, acordarme de él no es muy de mi agrado últimamente. No por que me altere el ritmo cardíaco - ese sigue siendo tu trabajo. Es más bien una puntada, un dolor en el medio del pecho y como por arriba del diafragma, vos entendés. El tema es que este dolor viene -siempre viene- acompañado de un ya-pasó, y ahí me acuerdo de aquel otro y entonce es un no-va-a-ser. Y su presencia, la del otro, trae paz a mi realidad, pero no una paz abrumadora como la tuya, no una paz infinitamente deseable y eternamente inalcanzable, que de paz tiene sólo el nombre que le di para no creer que de verdad me afectaba. Trae una paz que me calma, real, que calma el dolor de las primeras cosas y la desesperación de lo lejos que están las segundas. Una paz pacífica, por así decirlo.
Con todo esto yo quería llegar a decirte que también están las cosas que me hacen acordar a ella, y ahí sí que no puedo hacer mucho. No, no tengo recuerdos de paz con ella, ni tampoco llamé paz a cualquiera de todas las sensaciones que vivo-viví con respecto a ella. Pero se lleva tu paz, se lleva mi paz, y crece el dolor por las primeras cosas. Porque quizás no habría dolor y su recuerdo -y no el tuyo- sería el alivio, si yo supiera convivir con las subas y bajas de-presión, si supiera ser feliz sin pensar sin entender. Si entendiera que las asociaciones las armo yo, y ni vos ni él ni el otro saben bien todo esto.


Y a la madrugada hablo con ella otra, y me calma.
A veces uso la palabra otro-otra pensando en cosas tan tiernas. Por ahí por eso me afecta más de lo que quisiera.
Estar lejos de la realidad te hace tan manipulable.
Él cree que está presente. Él cree que, por mirar las noticias, leer el diario, salir a la calle de la pequeña ciudad en la que vive, y trasladarse desde su vivienda hasta la oficina y de vuelta, conoce los peligros que asechan la realidad del país. Cree que por tales motivos-peligros, sus allegados estarían tanto más a salvo dentro de las cuatro paredes que rodean su casa, y no deberían -como hace él- exponerse a toda esa "gente mala" que circula por la actualidad.
Entonces voy y le pregunto cómo le fue en su día. Yo acabo de llegar de la capital, para su molestia. Yo no estaba, evidentemente, 'sacrificando mi integridad física a cambio del bien de mi familia'. No. Yo estaba sacrificando mi integridad física (un poco, el colectivo podría, in fact, tener un accidente) a cambio de mi integridad emocional. Murmura un 'ien' y no se toma medio segundo -ni un cuarto de segundo- para mirarme. Ya estoy acostumbrada, no me afecta del todo pero hace poco empecé a prestarle atención a esas cosas. Quise decir que no me afecta At all, perdón. Como sea.
Empiezo a preparar la cena: carne, papas y una salsa de cebolla para acompañar. A él no le gusta la salsa, y no tiene mejor idea que decirme que si le agrego queso de rallar y cebolla a las papas, me queda papa de barénique.
No sé si le gusta la papa de barénique. Pero la cocinaba su próximamente difunta madre.
Hago la fucking papa de barénique (aunque creo que yo prefería la salsa, pero me divierte jugar con la gente y ver qué pasa).
La prueba.
'Está espectacular.- dice. Casi creíble.- ¿Cómo te fue en Buenos Aires? ¿La pasaste lindo?' -pregunta, sonríe. Ni "casi" creíble.
Cuento un par de cosas que parezcan bonitas. Sonríe. Ingenuo. 'Qué bueno que tengas amigos tan sanos.'



What if I am... the bad guy?

jueves

(...)
Cuestión que al final no me fui a dormir. O sí, técnicamente fui, pero no dormí; todavía no tengo sueño y ahora ni tengo silencio. Probablemente sea mi obsesión por esa sonrisa que solo vos podés sacarme.. probablemente a lo que sea adicta es a la felicidad que vos me das y no tanto a tus besos, como traté de creerme. Es que ser adicta a tus besos también es más fácil, porque de esos por lo general no faltan.


...
Detener algo a lo que una es adicta, te mata. Para los que no son masoquistas duele más y gusta menos.
Seguir con eso a lo que una es adicta, también te mata. Más lento, pero te mata. Para los que no son masoquistas duele menos y gusta más.
Dejar de tener esto a lo que digo que soy adicta no me va a matar.
Tenerlo, probablemente tampoco. Aunque como soy masoquista, probablemente duela más y por eso gusta más.
Por eso es más fácil decir que es adicción. No hay que cambiar tantas letras desde 'elección'.
Lágrimas inútiles.Sonrisa.
Mi mente en blanco.Oscuro.
Respiro en silencio.Tu voz.
Recuerdos por todos lados.Nuevo.
Abrazo.Deseo.
Oportunidad.Entrega.
Juego.Realidad.
Espejo.Voluntad.
Presa.Mi libertad, su costo.
Dolor.'Te amo' en mi oído.
Frío.El calor de tu piel.
Arde.Tus labios, suaves.


Calma.
Tu-tuc, tu-tuc, tu-tuc.

'Es que, precisamente, lo que me gusta la mayoría de las veces es el contraste, cuando está bien hecho.'
Probablemente nunca llegues a saber cuánto me importó, mi querido Lancelot, cuando pasó tu reflejo por mi tapiz y me di vuelta para ver la ventana-realidad por primera vez. Ya te habrías ido demasiado lejos, a buscar otras doncellas encerradas en sus castillos-burbujas.
Probablemente, mi amor, para cuando subí al bote decidida a caer en la realidad, vos, casi-como-siempre-causa de mis decisiones, ya estabas en camino a otras tierras porque ya habías despertado en mí todo lo que creíste necesario.
Probablemente Arthur no quería condenarme a mi muerte. Pero es lo que tenía que hacer. Y seguro que en su rostro había una sonrisa invisible cuando vio que me liberabas de mi condena.

Sabés... probablemente me hubiera gustado besar tus labios, aunque fuera una sola vez. Y que vieras, en el blanco de mi cadáver, un destello en mis ojos. Aunque fuera una sola vez.



(...)
She says "That man's gonna be my death'
Cause he's all I ever wanted in my life
And I know he doesn't know my name
And that all the girls are all the same to him
But still I've got to get out of this place
'Cause I don't think I can face another night
Where I'm half sick of shadows
And I can't see the sky
(...)
But there's willow trees
And little breezes, waves, and walls, and flowers
And there's moonlight every single night
As I'm locked in these towers
So I'll meet my death
But with my last breath I'll sing to him, my love,
And he'll see my face in another place"
(...)
"So the story fits
But then I could've guessed it all along
'Cause now some drama queen
is gonna write a song for me"

miércoles

"Escribió su nombre creyendo que era la última vez, y aún después de tanto tiempo se reconoció en él, y mirándote desde allá -para no decir acá y admitir que era yo,- gritó por vos. Su nombre, así como vos se lo habías dado, sonaba mejor ahora que ya nadie lo decía. Sonaba mejor ahora que había convencídose que no era ella. Y Ella, de quien habías tomado el conjunto de letras ordenadas, no brillaba por si misma pero amanecía en la oscuridad, mirando el atardecer en el otro horizonte."
Yo esperaba que pasara algo, y escribía con la luz de la Luna entrando por mi ventana y dictándome al oído. Abría los ojos al atardecer y los cerraba al alba, aunque a veces pasaba todo el día sin dormir y a la luz del sol, y también me encantaba. Creo que lo que me encantaba en realidad era estar viva y poder decidir si vivir de noche o de día, creo que me encanta(ba) soñar y escribir e inventar los finales de mis sueños en hojas blancas.
Elias M Vernieri dice:
*jajajaja
*le das demasiadas vueltas..:)
Penélope. dice:
*es que con el tiempo uno se acostumbra a ver sonrisas en la mirada de los peces...
"Yo creo que tienen miedo. Miedo a querer, a quererse, a dejarse querer tanto que un día no puedan vivir sin respirarse el uno al otro"

[ by http://mellamanbasha.blogspot.com ]

lunes

half underwater
i'm half my mother's daughter
a fraction's left up to dispute
the whole collection
half off the price they're asking
in the halfway house of ill repute

half accidental
half pain
full instrumental
i have a lot to think about
you think they're joking?
you have to go provoke him...
i guess it's high time you found out

it's half biology and half corrective surgery gone wrong
you'll notice something funny if you hang around here for too
long ago in some black hole before they had these pills to take it back
i'm half jill
and half jack

two halves are equal
a cross between two evils
it's not an enviable lot
but if you listen
you'll learn to hear the difference
between the halves and the half nots

and when i let him in i feel the stitches getting sicker
i try to wash him out but like they say, "the blood is thicker..."
i see my mother in my face
but only when i travel
i run as fast as i can run
but jack comes tumbling after

and when i'm brave enough and find a clever way to kick him out
and i'm so high not even you and all your love could bring me down
on 83rd he never found the magic words to change this fact:
i'm half jill
and half jack

i'm halfway home now
half hoping
for a showdown
cause i'm not big enough to house this crowd
it might destroy me
but i'd sacrifice my body
if it meant i'd get the jack part out

see!
jack!
run!
De nada sirve escaparse de uno mismo.
De nada sirve escaparse de uno mismo.
Veinte horas al cine pueden ir
y fumar hasta morir.
Con mil mujeres pueden salir;
a los amigos los pueden llamar.
De nada sirve...
No se dan cuenta que de nada sirve
tocar la batería, seguir la acería,
no, de nada sirve.
¿De qué le sirven las heladeras
y lavarropas, televisores
y coches nuevos y relaciones
y amistades y posiciones?
Si están podridos y aburridos
de este mundo que esta podrido...
No, de nada sirve.
Los que van a la oficina dicen que todo sirve.
Los que hacen música, creen que lo más importante
de nada sirve.
si uno lo usa para la soledad interna
que siempre nos corre, que siempre nos corre.
Cuando están solos, están bien solitos;
ya no hay guitarras ni amplificadores.
Están solos en la cama y empiezan a mirar el techo;
empiezan a mirar el techo y en el techo no hay nada.
Hay solamente un techo.
¿Que pueden hacer? Es muy tarde,
son las tres de la mañana.
Los bares están cerrados, las mujeres duermen,
los cines también están cerrados,
la guitarra no se puede tocar,
sino el vecino se va a despertar.
¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer?
Estoy solo y muy aburrido
¿Qué puedo hacer? ¿Qué es mi vida?
¿Qué es este mundo? ¿Qué soy yo?
Me voy a volver loco, no sé qué hacer...
En ese momentito se dan cuenta
que todo es una estupidez.
Cuando van de veraneo y bailan shake
con sus movimientos centroamericanos,
sensualidad fabricada,
tratan de levantar mujeres.
Pero están vacíos y están muy podridos.
Volvemos a la cama, que es un gran lugar
para dormir o también para fifar.
Cuando lo consiguen, en este mundo es difícil,
está reglamentado...
Muerden la almohada de desesperación.
No saben qué hacer con sus vidas,
ya todo fracasó.
Han masticado chicles, han comido chocolates,
han leido Radiolandia, han llamado a sus amigos,
han salido con mil mujeres, han grabado treinta mil discos,
han sido famosos, han firmado autógrafos,
han comido hasta reventar, han fumado hasta acabar.
¿Y qué queda?
No queda, no queda, nada queda, nada queda.
Hay una cosa que sirve,
que sirve a esta humanidad,
y es darse cuenta que nada sirve
si uno lo usa para escaparse de uno mismo.
Amigo, te doy un consejo aunque yo consejos no doy:
trata de hacer la prueba de parar las maquinitas,
las maqinitas que llevas dentro de tí
y fijate qué es lo que pasa
cuando te agarra la soledad y te agarra el hastío.
No escuches discos de Bob Dylan, o de Los Beatles,
o de los Rollings Stones o de Mick Jagger.
Mucho silencio, mucho pensar, mucho meditar.
Nada de evasión y pensar
¿Qué es lo que pasa conmigo?
Si soy inteligente y también soy intelectual...
Soy bastante inteligente pero estoy muy aburrido.
¿Qué es lo que pasa conmigo?
Yo aún no me lo puedo explicar,
por favor que alguien me lo diga.
No puedo salir de mí, estoy muy encerrado
en mi prisión de carne y hueso.
No puedo salir, no puedo salir.
Me voy a morir dentro de mí.
Antes de morir yo quiero salir,
ver las estrellas, el mar, me quiero ahogar
y quiero salir, quiero vivir, me quiero ir
por favor, de mí.
¿Qué puedo hacer? No hay nada que hacer.
Tenés que vivir, tenés que sufrir,
tenés que sentir, tenés que amar,
te tenés que arriesgar, te tenés que jugar,
no podés tener seguridad, no podés tener
ninguna propiedead, te tenés que jugar,
tenés que jugarte, tenés que salir
a que te rompan la cara, que te maten, que te pisen.
Tenés que querer a cualquiera,
tenés que odiar a cualquiera.
Ay, ¿qué puedo hacer? Estoy solo
y todos pasan a mi lado. Nadie me mira
o si me mira es para encerrarme.
Estoy muy encerrado.
De nada sirve escaparse de uno mismo.
Enjoy my sorrow..

sábado

"Siempre creí que mi futuro como arquero no tendría éxito."

Me crié rodeado de hombres que junto con mi padre trabajaban fabricando armas. Aprendí desde los ocho años a distinguir entre los diferentes tipos de cuchillas, espadas y elementos de corte. Mi padre no luchaba en persona pero de cierta forma había aprendido a llegar a la guerra. Fabricaba las mejores armas del pueblo en el que vivíamos.
Éramos cinco en mi familia. Mis padres, una pareja que llevaba veinte años de casados. Ella cocinaba para vender, y las mejores recetas eran originales de la casa. Yo era el mayor, pero ya tenía dieciocho años cuando empecé a entender las cosas. Sí, evidentemente me habría gustado entenderlas antes. Después estaban mis hermanas. La menor intentaba con sus cuatro años alcanzar la madurez de Catalina, de siete. Catalina leía todo el tiempo.
Mis días pasaban en el taller de mi padre. A los doce años podía construir mi propia cuchilla si así lo deseaba. Y las máquinas, y los filos y las demás herramientas nunca me fueron prohibidas, es más, a mi padre le encantaba que yo aprendiera su arte, pero más le gustaba cuando yo robaba alguna espada y e iba al bosque a divertirme. Qué más deseable que un hijo que haga aquello que uno no logró cumplir para concretar su felicidad, ya sea estudiar un oficio o ser libre. Supervivencia de la especie, asegurarse de que la sangre de uno llegue a tal fin, etcétera.

Tenía un amigo. Un amigo prohibido, claro. Su pueblo estaba del otro lado del bosque. Él tenía un año menos que yo, y lo había conocido un día mientras cazaba. Lo vi practicando con una espada de madera y al ver la mía se acercó.
- ¿De dónde robaste eso?
- En realidad la tomé prestada. Es de mi propia casa. ¿Quién sos?
- Martin... no se supone que esté hablando con vos. Si no me conocés entonces no sos de nosotros.
- ... ¿Sos un Jeihar?
Asintió. Y me golpeó con su espada.
- No sé usarla. - le dije algo avergonzado.
- ¿Qué sabés hacer?
- Construirla, si quiero.
- ¿Sabés construir de ésas? Genial. - percibí alegría en su voz. -¿Y para qué las usás?
- Mi padre las vende. -le contesté.- En realidad a mi me gustan otras cosas. Sé usar el arco.
- Entonces eras vos. Encontré un animal muerto por una flecha el otro día, en el bosque.
- ¿Lo encontraste? Ah, genial. No llegué a buscarlo, tuve que irme y fue realmente un desperdicio.
- No, no te preocupes. Lo llevé con mis mayores y fue nuestra cena ese día. Debo agradecerte.
- Bleh.
- ¿Entonces, tenés arco y flechas?
- Algo así, ¿querés ver?
Y le mostré mi árbol, mis pequeñas armas que no había compartido con nadie. No sé bien por qué me abrí así con ese extraño. Pero después empezamos a encontrarnos todas las semanas, y él practicaba con la espada que le regalé, y yo con mis flechas. Hacíamos buen equipo.

Cuando cumplí quince años mis padres contrataron a un maestro de armas para mí. Hawat era un hombre robusto y a la vez elegante, que no había visto antes por el pueblo. Estaba seguro de ello porque tenía particularidades que de otra forma habría notado, como por ejemplo el corte que llevaba en su barba, o la cicatriz que seguía la línea de la ceja justo por sobre el ojo. No tenía familia y había dedicado toda su vida a la lucha. Teníamos las lecciones de forma irregular. En los últimos meses hasta incluso me interrumpía durante el almuerzo o mientras dormía, sorprendiéndome con una espada sobre mi cuello.
- ¿Qué te creés que hacés? - me dijo un día, cuando por primera vez logré sostener la punta de mi espada contra su pecho. Yo lo miré confuso, y hábilmente supo estirar su pie hasta el mío sin moverse mientras yo lo miraba atónito, y tirarme al piso.
- ¿Qué hice mal? - pregunté en seguida.
- Muchacho... la admiración en tus ojos, sabías que yo te iba a superar, sabías que tu ataque no era para siempre.
- ¡No, no lo sabía! -refuté.
- Ah, ¿no? ¿Creías que por ponerme en una posición evidentemente complicada, ibas a matarme? ¿Por qué no lo hiciste entonces? ¿Por qué no clavaste la espada? - entendí a qué iba su pregunta, y negué violentamente con la cabeza.
- ¡¿Matarte?! ¡Pero sos mi maestro, no puedo matarte! ¡No quiero!
Hawat rió. Y yo lo miré totalmente extrañado.
- Acabarás por matarme. Cuando lo entiendas realmente, entonces mi función estará cumplida.
- Yo no puedo matarte. Yo no quiero matarte, sino no podría seguir aprendiendo.
- Ya te lo dije. Cuando claves esa espada habrás aprendido, y ya no importará.

Tres años después discutí con él acerca de mi participación en la lucha. Los Jeihar eran los soldados del pueblo vecino, que manejaba una industria un tanto superior a la nuestra. El inconveniente para ellos era la cantidad de población. Eran aproximadamente un cuarto de nosotros, y quedaban alrededor de veinte mujeres fértiles en todo el pueblo. Eran más hombres, pero cada vez más deteriorados por el trabajo de minería, que era en lo que se especializaban. Los Jeihar querían que nuestro pueblo se sometiera a su industria avanzada y así conseguir un aumento de población. Lo habían intentado de varias formas, incluso casando a una de sus mujeres con el hijo de nuestro alcalde, pero la pobre había muerto antes siquiera de quedar embarazada. Hacía cinco años lo intentaban por la fuerza, y se avecinaba una de las últimas luchas. Si lográbamos vencerlos esta vez, probablemente ya no quedaran suficientes de ellos como para iniciar otra antes de unos cuantos años. Yo no quería ir, y él decía que estaba realmente preparado y que debería. "Todo hombre con la capacidad de utilizar una espada tiene que estar entre las filas", había sentenciado.
- No te gusta esto, ¿o sí? -preguntó al fin. Yo suspiré y bajé mi espada, que hasta el momento seguía en guardia. Noté un dejo de esperanza en mi suspiro, realmente creí que por fin había encontrado a alguien que entendiera lo que sentía. Empecé a caminar, pasé por delante de él sosteniéndole la mirada y supo que tenía que seguirme. Nos adentramos en el bosque y caminamos juntos un largo trecho en el que él, paso tras paso, dejaba de ser mi maestro y se convertía en mi acompañante, o casi mi amigo. Llegamos hasta un árbol y trepé sabiendo que venía detrás de mí. Hawat trepó y se acomodó en una de las ramas, impaciente.
- Esto lo construí por mi mismo, con esto quiero pelear.- dije al fin, exhibiendo mi colección de flechas. Cada una tenía algo en particular. Levanté la vista hacia él, esperando encontrar esa sonrisa que me llenaba de alivio cada vez que hacía las cosas bien. En su lugar, la desaprobación y tristeza.
- ¿Y este juego?
- ¡¿Juego?! -lo cuestioné. ¿Acaso era tan tonto como para no darse cuenta de que...?
- Entiendo que quieras aprender arquería, pero no ahora. En cualquier momento podrían invadirnos, y entonces tendrás que estar listo. Vamos. -dijo, y me apuntó con su espada otra vez. Bloqueé su ataque empuñando la mía, casi inconscientemente.
- Lo ves... estás preparado para esto, naciste para esto, y con esto debés luchar. Hijo, abandoná el juego por un momento.
- No es un juego, Hawat.
- Está bien, un deporte.
- ¡Tampoco! Estas son mis armas...
- ¡Robabas espadas cuando eras un niño! ¿Creés que tu padre te inició en esta arte porque sí? ¿Porque quería que fueras como él?
Me quedé en silencio. Lo que decía era técnicamente cierto, no podía contradecirle. Intenté algún argumento que me saliera natural.
- Disfruto mucho más de la arquería.
- No te creo eso. Pensá en como eras de niño. La arquería te gusta ahora porque es algo que construiste por tu cuenta, porque es algo que logró superar el armado de espadas de tu padre. A todo niño de quince años le gusta superar a su padre. Concentrate en lo que necesitás en este momento, y así vas a saber lo que querés.
- Puedo hacerlo bien. Sé hacerlo. Y también hay arqueros para la lucha.
- Mostrame entonces.
Los ojos se me llenaron de esperanzas. Hawat era la única forma de lograr que mi padre me permitiera luchar sin espadas, y si lograba demostrarle que ciertamente era bueno con el arco y la flecha, entonces podía comprarlo. Sentí el temblor en mis manos al tomar una de las flechas y supe que eso no estaba bien. Quise concentrarme como me habían enseñado a hacer con las espadas, pero eso sólo desencadenó una serie de pensamientos relativos a lo que pasaba, que empeoró mi inseguridad. Tomé el arco y el corazón se me aceleró. Lógicamente, al disparar la flecha no conseguí lo que me había propuesto.
- Creí que habías aprendido algo. A argumentar por ejemplo. - concluyó. Y se alejó dándome la espalda. -Considerame muerto, Franco. Y acá tenés, por si te sirve de algo. - dejó caer su espada (aquella que yo tanto había deseado), y siguió andando.
Traté de formular alguna palabra que lo detuviera. Pero ya estaba hecho, y a modo de prueba, nada salió de mis labios.
Intenté disparar otra vez. Y de golpe pareció que todo el entrenamiento que había llevado en secreto, sirviéndome de las espadas que robaba para construir mis propias armas, había sido en vano. De un momento a otro había perdido mi habilidad. Jugueteé con una de las flechas en mi mano, la acerqué a mi muñeca y pensé en suicidarme. Pero la idea se fue de mi mente, era demasiado estúpido.
Yo no era un inútil. Sabía hacer bien lo que me habían enseñado: luchar con espadas. Tomé la espada de mi maestro en mis manos y la blandí. Era definitivamente hermosa, y hasta parecía más fuerte. Incluso yo me veía más fuerte ahora. Recordé algo que mi padre había dicho sobre los que usaban estas armas. 'Aquel que maneja una espada cual mano derecha de un artista, ése merece mi respeto.'
Y me sentí grande. Probé un par de movimientos con la espada de Hawat y corté como papel las ramas de un árbol. La decisión estaba tomada. Sería un gran Hawat, el hijo que mi padre siempre había querido tener.

Llegó el gran día, y busqué mi lugar en las filas, al lado de mi entrenador. Él había prometido quedarse tan cerca de mí como pudiera- después de todo, era mi primer combate real. Él me había permitido quedarme con su espada en tanto yo continuara mi entrenamiento, y eso hicimos.
Los jefes dieron la señal de avanzar, y en los primeros diez minutos la sangre de tres hombres estaba en mi arma. Miré hacia un lado y hacia el otro: Hawat ya no estaba. Pensé que eso no sería tan malo, podía valerme por mi cuenta. Tres hombres en diez minutos era bastante. Vi venir a alguien de los otros hacia mí, y blandiendo la espada en el lugar indicado cerré los ojos. Ese alguien la frenó tan fuerte que me obligó a abrirlos. No solía hacerlo, no me gustaba ver el rostro de mis oponentes al matarlos. Era algo que siempre me había gustado -el anonimato. Ellos no verían los ojos de su asesino, simplemente sería una espada del bando contrario la que habría acabado con sus vidas. Y yo no tendría que cargar por siempre con la agonía que se ve en el cuerpo cuando se separa del alma.
- ¿Qué hacés acá? -preguntó la boca que correspondía a esos ojos.
Reconocí su voz y me costó creerlo. Pero en mi proceso de convertirme en Grande, había logrado adquirir la frialdad de Hawat a la hora de luchar. 'Cuando entiendas, no serán vidas para vos, sino oponentes. Sus historias, sus amores, no valdrán más que los tuyos.'
- Lucho por mi pueblo. -le contesté, con voz inerte. -Igual que vos luchás por el tuyo. Lucho por aquello que quiero defender. Mi madre y mis hermanas están ahí atrás de los portones.
- Todo eso ya lo sé, Franco. Pero mi pregunta va hacia por qué no estás atrás, donde te corresponde.
- Me corresponde hacer lo que yo quiera, Martin.
- Sí, claro. Y ahora tratás de convencerte de que esto es lo que querés. ¿O ya te creés eso? -Martin siempre tenía esos malditos argumentos. Lo miré inevitablemente confundido.
El resto de la lucha pareció detenerse. Veía sangre por todos lados, y no me sentía bien.
- Podría matarte. -dijo Martin.
- Hacelo.- le respondí, casi sin pensarlo.
- Van a matarte si te quedás acá, por más bueno que seas no naciste para esto. Y no lo estás disfrutando.
- ¿Vos sí? - le cuestioné, creyendo que sabía la respuesta, creyendo que era obvia.
- ¡Claro que sí! -me sorprendió. Y lo miré insistente, buscando una explicación. -Puedo no disfrutar ver tan de cerca a los caídos, e incluso puede que no sea exactamente 'hermoso' sentirlos morir bajo mi espada. Pero yo creo que esta es la manera de luchar. Yo creo que este es el fuerte de mi pueblo, y por eso estoy acá, con ellos. Yo creo que así vamos a ganar. Y vos no. No te tenés ni un poco de fe con la espada en tus manos, nunca te tuviste fe así. Y sin embargo hay otra cosa en la que sí te tenés fe. Hay otra cosa en la que sí sabés que vas a sentir que hiciste algo. Podrás ser una gran copia de Hawat, aunque quizás nunca lo superes en las espadas. Y sin embargo podrías matarlo, sabés eso.
Asentí repetidas veces. Segundos después miré a Martin a los ojos y vi cuánta razón tenían sus palabras.
- ¡Andá! - me despertó. Y corrí entre la gente, entre las espadas, esquivándolos a todos, saltando la muralla de defensa y alcanzando por fin a los arqueros. Levanté la vista y llegué a ver que atrás de una de las ventanas mi padre me miraba. Quizás él no sentía respeto por mí. Pero me sentí bien. Sentí que podría más tarde pararme ante él y con honor decirle que creía en mí mismo. Eso bastó para que mi desempeño como arquero fuera el mejor que había visto durante todos estos años. Por eso digo que recién ahí fue cuando empecé a entender las cosas. Pero supongo que uno siempre "empieza" a entender las cosas. Y nunca termina.