lunes

Esto no es un poema.
Es un conjunto de cosas y sensaciones.
Cosas nuestras y a veces no tan nuestras
que nos interrumpen
y parecen cosas vivas, paridas
por alguna memoria traviesa.

Me acostumbré a tu voz
en estos tres años.
A veces pienso que tu vos
se acostumbró a mí.
( Pero eso pasó en menos de tres años )

Me sonrío si pienso en sostener tu mano
creo que porque sé
(cuando estás conmigo)
que te quedás siempre
que cuando te vayas tu mano va a seguir ahí
conmigo.

Como las nubes o como el viento...
Y cuando te volvés lluvia me encanta.

Me acuerdo
-y es un recuerdo molesto el cual paso a nombrar-
que se movían tus labios pronunciando ve cortas
y eses y tés,
y todo eso es un detalle inquieto
un ruido en las palabras que se sirven de esos sonidos
porque yo pienso en tu boca
y en tus ve cortas.

Esto no es un poema.
Es aburrido para poema.
Es un cuadro que se equivocó de expresión,
y se volvió palabras, como mi amor, a veces,
que se vuelve palabras,
y se equivoca.

Entiendo que en tus idas y venidas,
en el ritmo de tus pasos, hay un silencio,
un silencio inmenso,
capaz de contener toda la magia del mundo,
todas las hormigas y todas las montañas.

Quiero quedarme cerca tuyo
para poder encontrar esos versos
que se vuelven cadáveres de tinta al salir de nuestros labios.

Quiero que sea siempre veintiseis de diciembre,
encontrarte
y descubrir que nunca te habia visto como ahora
y perderme en tus ve cortas y tus eses.

Quiero que sea siempre tu vos.
Y encontrar la confianza en un segundo eterno
que ahora tiene sólo tres años.
Tres años cerca.

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