sábado

Tomé tu dolor en tu abrazo, tu temor e inseguridad, esos que negabas. Tomé tu desesperación, tu angustia, tu necesidad de calma... irónica. Tu intranquilidad... también, extraña. Todo esto que vos tomabas con calma, y apaciguabas bajo tus aguas, todo eso que vos entendías con tiempo, con distancia, con silencio.
Dejé que bailaran mis aguas. Que arrastraran hasta la orilla los fragmentos de sonrisa, las lágrimas secas, las perlas de collares pesados que alguna vez porté. Dejé que tu calma afectara mi tormenta, y lloví por lo que no habíamos llovido durante todo este tiempo.
Después volvía la calma, las nubes alejándose... los pedazos de ilusión dispersos por quién sabe dónde... y sobre la arena se secaban nuestros cuerpos, vos reías, yo lloraba tu risa y dejaba que la sal cicatrizara mi piel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario