lunes

A veces me siento fuerte...
Y es donde más cuesta superarlo. Superar esa gana de mentira de borrar todo y mandarlos a todos a la mierda... esa necesidad de aislarme que sé... que estoy segura, que se va a ir, que es totalmente momentánea... y que después de todo responde a simples cosas que pasan, que como son cosas que pasan, en algún momento van a pasar.



Todas las marcas que están en mi piel responden a heridas que yo decidí buscar.
De lo contrario, no hubiera estado en ese lugar en el momento en que se produjeron.
O hubiera buscado la forma de que no se produjeran.
O hubiera usado piedra pómex.
Pero no hay... [no sé qué tan lamentablemente, porque después de todo... si te quemás y no te queda marca porque usaste la milagrosa piedra no sé de qué te puede haber servido quemarte] no hay piedra pómex de la vida. No hay 'borrar huellas del pasado', no hay forma de borrar la expresión, de hacer que una persona deje de ser lo que es.
-Y si no quisieras ser quien sos?
-(Y a vos quién carajo te manda a preguntar...) Sería simplemente algo más que te define... quien usa piedra pomex, en lugar de tener las marcas visibles de una quemadura, tiene las marcas invisibles de una piedrapomexada.
-Entonces, no superás las cosas?
-No las elimino. Las hago parte de mi... las acepto como parte mía, mejor dicho. Son parte de mi desde el preci(o)so momento en el que decido exponerme a ellas... a la posibilidad de que existan.
-Y si no te gusta como quedan?
-Aceptaré... con más o menos tiempo... que me equivoqué y no era por ese lado por donde quería buscar... aprender.

Para borrar el pasado.. es necesario dejar de ser lo que uno es en el presente. Para dejar de serlo, uno simplemente tiene que dejar de ser. Y ni siquiera así se borra lo que hicimos... sólo la forma en la que nosotros lo vivimos.

El hecho de que yo me encuentre acá, escribiendo esto a las 2:37:59 del 28 de diciembre de 2009, se lo debo a absolutamente todas las personas que conocí y que no conocí, que conozco y que no conozco, que conoceré y que no conoceré. Y el hecho de que yo lo esté escribiendo también. Richard podría venir y decirme que se lo debo más a él que a cualquier otra persona, y así podría venir quien me lo presentó y decirme que en realidad se lo debo a él. Podría venir la madre (god hopes not) de quien me lo presentó y decirme que si hubiera abortado o no criado a su hijo de cierta manera, nunca lo hubiera conocido y nunca me hubiera presentado a Richard. Podría venir el padre y decirme que si justo ese día no, el pibe nunca nacía. Podrían venir tantos... tantos... y sin embargo, ¿a quién le debo más? ¿A Richard, que fue el último... o al criador de peces que le vendió el pez del cual se alimentó el tatarabuelo del padre de quien me presentó a Richard?

domingo

Ni faltaba tinta, ni faltaba tiempo. Las pilas de hojas seguían intactas: a su derecha las hojas en blanco; a la izquierda hablaban sobre la vida, sobre amores, sobre lágrimas, hablaban sobre las palabras mismas. Ideas había de sobra... todas terminaban en estado similar al de sus heridas, y después nadie venía por ellas, nadie se hacía cargo de salvarles la vida o enterrar sus cadáveres. Entre las ideas descansaba la autora. No dormía, no podía dormir. Sus manos, quietas, se apoyaban en la lapicera y en la hoja número ciento ochenta y cuatro con el mismo título que la ciento ochenta y tres: "El Mudo". Las cuatro hojas anteriores eran bollos en el suelo con títulos similares, y lo único que interrumpía la respiración de la joven era el quejido de alguna de estas ideas descartadas que gritaba desde abajo. La música ya no era suficiente tampoco -se había llevado las pocas pinceladas que le quedaban sin probar, y ahora quería seguir quitándole vida sin darle nada a cambio, ni inspiración. Ella se concentró en escuchar sus latidos, pero el recuerdo que traían calló a las intrépidas dos o tres palabras que se le acercaron a la boca, y de la boca a la mano. Buscó en el recuerdo, pero lo encontró en las hojas que ya estaban escritas.
Entonces se dejó vaciar de todo aquello que pudiera ser dicho, y se quedó con uno... o más bien, parte de una de las sensaciones que la atormentaba, que la envolvía, que la llenaba de lágrimas y de luz. Casi no podía verlo. El todo se presentaba imperceptible a la vista, y sin embargo conociendo su existencia podía vérselo con claridad. No había un solo sonido excepto por los latidos propios... y ajenos, de alguien que latía a no mucha distancia. Se encontró indefensa ante abismal peligro, que no sólo había pasado desapercibido, sino que habitaba dentro de ella y al cual ella le había abierto la puerta. En su silencio y oscuridad, aislada de todas las demás sensaciones y todos los demás estímulos se dejó guiar por el Extraño. Éste la condujo a través de pasillos complejísimos y perfectamente simétricos... así, durante horas, durante minutos en los que el tiempo no se hacía sentir y ella creía cada vez más que todavía no habían partido. Miraba a ambos lados: era todo lo mismo y a la vez no había una sola repetición. La rodeaba la sensación indescriptible, la mezcla de peligro y ternura, la paz de la tormenta y los truenos de la calma. Quería llenarse de él, quería que no se fuera nunca... pero a la vez, -y siempre 'a la vez', porque el Extraño no dejaba de tener contradicciones que la fascinaban- quería ser capaz de inmovilizarlo en el suelo, mirar en sus ojos y empezar a decir, y que él le hablara y le dijera, en lugar de adormecerla con su silencio de todopoderoso. Quería que volvieran las otras sensaciones, esas sensaciones fáciles de las que podía decir lo que quisiera, fuera cierto o no, y que con sólo repetir las palabras de su descripción volvieran a ella. Pero si volvían todas esas otras, entonces el Extraño iba a volver a pasar desapercibido, a hacerse transparente como lo había sido siempre y confundir su silencio con el silencio de fondo, como lo había estado haciendo, como a ella le molestaba y la enamoraba; como si él fuera poco, y aún así llenando cada segundo con su omnipotencia.
Ella siempre supo cómo manejar las cosas: en cuanto el miedo la invadía, escribía sobre el miedo y aquel que hubiera sido su detonante. Cuando lloraba alegría escribía sobre las cosas bellas, cuando se desarmaba en lágrimas escribía sobre el dolor. Pero el Extraño la llenaba de todas esas cosas, y a la vez no se parecía a ninguna. En su perfecto patrón de curvas, rectas y dimensiones inexistentes él la llevaba por rincones asimétricos, le mostraba sinsentidos, y escenarios conocidos con los cuales ella aún se sorprendía.
Llegó el segundo en que el Extraño se detuvo y dio media vuelta, adivinando que ella tenía mucho que preguntar. Con ojos inquisidores se la quedó mirando... y sin embargo esos mismos ojos no pedían nada, nada más contemplaban a la joven que, descolocada, esperó.
Después de lo que pareció un instante y podrían haber sido treinta días, ella quebró el silencio y le preguntó por su origen.
Reanudando la marcha la dirigió hasta el centro del laberinto, donde llovían pétalos de alguna flor desconocida para su mundo. Sintió una punzada en el pecho, un dolor bellísimo. Sabiéndose intrusa, volvió a preguntar. Cada vez que abría los labios sentía que era incorrecto, imprudente romper tal perfección, tal balance entre la paz y la tensión, con una palabra.
Esta vez el Extraño no se movió lejos. Simplemente caminó unos metros hasta donde ella estaba y estiró una mano blanca, transparente. El roce con su mejilla le quemaba, al contrario del frío que ella le hubiera atribuido a tal exactitud. Ice stays unchanged.
Por primera vez se separaron los labios de ese único punto latiendo que quedaba dentro de sí. Los ojos de la joven descendieron hasta donde esperaba encontrar las palabras, aquellas que había estado buscando con tantas ansias, aquello único que le faltaba en la silenciosa habitación de la que provenía. Porque si no tenía palabras, ¿con qué iba a rellenar las hojas? Si no tenía palabras, ¿cómo recordar sus sonrisas, su llanto? ¿Cómo volver a ese paraíso, cómo volver a dejarse llevar por tal belleza y contradictoria perfección, cómo encontrar de nuevo la desesperación y el tiempo exactos, si no tenía palabras para guardarlos?
Sintió otra punzada en su pecho, esta vez aún más fuerte. Sintió un par de labios recorriendo su cuerpo, el aire húmedo acariciando su piel. Cerró los ojos para poder soportarlo... la invadía, se sentía tan ínfima y a la vez tan dichosa. Sus párpados se despegaron al tiempo en que el sonido se formó en los labios del Extraño. Él parpadeó muy despacio, y las comisuras de sus labios se curvaron en una sonrisa.
-Shhh.




Las palabras nunca llegaron. Ella, descolocada, sentía como su respiración iba en aumento y los latidos se hacían cada vez más rápidos. Volvía a estar en su habitación, había salido del laberinto y no había podido escuchar la voz del Extraño. El lápiz aún descansaba en su mano derecha, y bajo la izquierda se encontraba la hoja en blanco.
Bajó la vista y se concentró en donde había sentido las punzadas. Vestigios del dolor seguían ahí.
Podía sentir sus propios latidos golpeándola, y se imaginaba recorriendo el laberinto interminable, en el cual todas las puertas conducían a la salida, pero la voluntad nunca terminaba de decidir si quedarse o escapar.
Había dejado mucho de sí ahí dentro, y no se había traido nada. Ni siquiera palabras.
Entendía que quizás nunca había habido palabras.

miércoles

En cambio ella... ella callaba, callaba todo. No por miedo, ni por orgullo, aunque fuera de las más orgullosas. Se negaba a moverse de aquel sitio, se negaba a bajar la vista por un segundo, se negaba a encontrar los ojos que le pedían al menos una palabra... al menos una mirada... al menos algo que no fuera indiferencia, que a él lo venía matando desde siempre.

A sus silencios los interpretaba la Otra, los desarmaba, los dividía, analizaba, desparramaba por sobre la mesa, los organizaba de manera distinta, le buscaba mil explicaciones. Era de las tareas que más la fascinaban: deshacer y rehacer situaciones, escuchar una y mil veces las mismas historias para agregarle detalles y convertirlas en una historia distinta cada vez. Para que incluso fueran contradictorias entre sí, para que se llenaran de vicios y resultaran frías y superficiales, o para que se abrigaran unas a las otras y hicieran que de los ojos mismos de la autora brotaran lágrimas.
Todo para que después, cuando las palabras estuvieran listas, gritarlas o susurrarlas al oído de alguien, al oído de él si era posible. Quizás era el unico momento en que él aceptaba su hombro, dejaba que su respiración lo delate y que ella secara su llanto. Porque durante el resto del tiempo, él también sabía ser todo silencio.

Se retorcía por una como por la otra. Los silencios lo alejaban, los silencios le impedían acercarse y entenderla, le prohibían formar parte de ellos... ella se quedaba con una representación muchas veces equivocada de lo que él sentía, y no aceptaba explicación alguna. Si al menos de alguna forma ella le decía que estaba bien, que él le hacía bien.
Aún así, cuando conoció a la Otra, las palabras lo llevaban por un camino largo y con sentido aparente, pero después lo traían de vuelta para conducirlo por otro, y así, la Otra nunca se cansaba de inventar razones, de encontrar motivos, de descubrir relaciones entre los sentimientos del ahora y los que aquella había tenido en su tiempo, y los que por aquella él, y los que por él ella...
A veces hasta se sentía mejor que la Otra también eligiera el silencio... pero entonces la Otra se percataba de ello, y entonces también elegía la distancia.

viernes

Es ese sweet 'forever' que termina con todas las relaciones habidas y por terminar. Porque hata que uno no dice forever, técnicamente, nada empezó y nada termina. Todo lo anterior son simples escalones, pasajes, malentendidos y demás. Pero el maldito 'forever' siempre llega... y más cerca o más lejos, viene el 'delete' y se encarga de todas esas promesas, de todos esos segundos de felicidad en los que tener sexo pasó a ser hacer el amor, y por supuesto de la sonrisa de la niña, que como buena protagonista llora desde un rincón.
El forever fue dicho y a medida que se hace más palpable, más real, menos ven los enamorados y más enamorados están... de su ceguera. Sin embargo antes de llamar destino tal, ella también creía en un parasiempre, en un amor eterno, en un casarse-y-tener-hijos.
La eternidad imaginaria, componente fatal que mayoritariamente viene con los primeros besos, se encargó de endulzar su cuerpo, distorsionar las palabras de él y de llamar 'amigas' a cada una de sus ex y demás deudas.
Entonces ella cree, y escribe, y habla sobre amor y canta por los pasillos, y se siente feliz de encontrar al chongo de su vida... palabra que dicho componente imaginario sustituirá por 'amor' dentro de su cabeza cuando sea el momento apropiado.
Un día de estos la ceguera es tal, que ella le sonríe y finalmente produce las palabras que siente hace tanto tiempo... las palabras que 'seguro él ya sabe', y en las que (aunque ella no pueda creerlo) él no tuvo nada que ver.


mikaera.
Forever yours.
-Necesito que me pases un lápiz rojo.
-Lo estoy usando.
-Está bien, espero.
...
-¿Terminaste con el lápiz rojo?
-No. Ahora estoy pintando otra cosa.
-Bueno... cuando termines pasámelo, por favor.
-Sí, claro..
...
-Done?
-Dame un segundito más...
-Ble... voy pintando otra parte mientras. Pero apurate.
-Mhhm.
...
La niña toma un lapiz azul y comienza a pintar la parte superior de la hoja. Se pueden ver algunas nubes, una arboleda pequeña, un círculo amarillo unos centímetros por sobre la línea del horizonte, una línea blanca que atraviesa la hoja en la parte inferior, y el resto está prácticamente vacío.
Él, en cambio, trabaja con varios dibujos a la vez. Comienza por un color y pinta todo lo que de ese color sea, en cada uno de los trabajos. Sus formas son más definidas que las que dibuja la niña.
-Ey... ¿Y el lápiz?
-¿Para qué lo necesitás?
-Para mi dibujo...
-¿Pero vos no tenés lápiz rojo?
-No, por eso te pedí el tuyo. El que tengo es bordó.
-¿Y no te sirve igual?
-No. Quiero pintar el atardecer, y los atardeceres no son bordó.
-Da lo mismo, come on...
...
La niña tiene el lápiz bordó en la mano, pero todavía no empezó a pintar. Él dejó el rojo a un costado, pero lo suficientemente cerca como para que ella no lo alcance.
-El lápiz... ¿me lo prestás?
-Ya te dije que no lo necesitás, bonita.
-Lo quiero, más allá de que para vos lo necesite o no.
-Pero te va a quedar mal el dibujo. Los cielos no son rojos.
-Mi cielo va a ser rojo, porque es un atardecer.
-Bueno entonces pintalo con tus lápices. Yo no te voy a prestar un lápiz mío para que hagas un dibujo mal.
-No va a estar mal.... va a ser rojo, mirá, está atardeciendo ahora, querés ver cómo los atardeceres son rojos?
Ella lo toma de la mano y lo lleva hasta la ventana. En el horizonte, las tonalidades varían entre amarillos, naranjas y violetas. Después hay algunas nubes, y el resto de la bóveda permanece celeste.
-No veo rojo.
-Yo sí. Mirá, entre el naranja y el violeta.
-Eso no es rojo. Eso es naranja y violeta.
-Yo quiero que en mi dibujo sea rojo.
-Te comprarás un lápiz rojo entonces, mi lápiz no va a hacer las cosas mal.
-Está bien, para vos no lo necesito. Para mí sí. Y ninguno de los dos tiene por qué tener razon...
-Pero yo no voy a ayudar a hacer algo que para mi está mal.
-¿En qué me lastima pintar mi cielo de rojo?
-¿Quién te dijo que para mi algo era malo sólo si te lastima?
-Pero entonces, ¿de qué forma es malo pintar el cielo de rojo?
-¿No ves? yo creo que para estas cosas te vas demasiado por las ramas. Y no dejarte pintar el cielo de rojo con mi lápiz probablemente te ayude a ver que no siempre vas a poder hacer las cosas como quieras en el tiempo que quieras con quien quieras. Yo creo que necesitás aprender eso.
-¿Y? ¿Quién te dice a vos qué es lo que yo necesito?
-Yo sé qué es lo que necesitás.
-No. Nadie más que nosotros sabe lo que necesitamos.
-Aprendí a callarme a medida que entendí que no ibas a hacer nada con mis gritos. Sí, probablemente te resultaba exagerado, y reconozco que incluso algunas veces me desarmé en actuaciones para que al menos te rieras de mi. Pero supongo que cuando me dijiste que basta, que me fuera callando, que shh...!... Supongo que ahí dejé de tener motivo o voluntad para seguir escribiendo. No digo que no me dijeras si lo que yo decía te gustaba o la música que ponía de fondo te parecía linda o feo, porque me lo decías. Pero yo te estaba pidiendo ayuda, hermano! Yo te estaba rogando que la escucharas, que te acercaras para ver qué cagada se había mandado ahora y de qué pozo necesitaba salir! Qué había malinterpretado, qué tormenta se le avecinaba...
Pero a los textos nadie nos escucha.
Creo que lo que más me duele es que vos hayas visto todo esto en mis gritos, y que no hayas hecho absolutamente nada. Probablemente porque es muy fácil confundir mis gritos con canciones, porque para cuando grito ella ya está lastimada, o por todos los motivos que quieras... ella sigue ahí, yo sé que vos entendés lo que le pasa, entendés por qué le pasa, y sabés que a ella le encantaría que estuvieras ahí diciéndole lo que... iba a escribir 'necesita...' pero al respecto de eso tenemos puntos de vista tan distintos... y me olvido.
Ella trató de callarme. Era más fácil hablarte cuando no podía perderte.
A veces... a veces es más fácil sonreir.
Y durante mucho tiempo lo fue. Quizás en algún momento -ahora, por ejemplo- me cansaba y necesitaba volver a gritar, volver a dar tres párrafos por semana y decir acá estoy, el silencio fue temporal, el silencio fue por miedo, el silencio fue porque... el silencio fue porque no quería que ella se encontrara en sus palabras, no quería que ella aceptara lo que le estaba pasando, era más fácil disfrutar de la felicidad o de las lágrimas del momento y no acordarme de eso nunca más...
...después de todo, si ella quería... otra vez será.
Quizás con un beso baste..
después de tantos desarreglos
de tantos intentos y sí, mi amor.

Quizás con tu sonrisa alcance,
sea capaz de amortiguar
si los brazos que esperaban abiertos, no están.

Si ya nos dijimos todo,
si se secaron mi garganta y lágrimas
de tantos gritos...

Aunque quizás
un beso
también
llegue tarde.

Si no llegué a tiempo
para cuando me esperabas
ver tu silueta alejándose
sea suficiente, quizás.

miércoles

Esta vez no se trataba del miedo, ni del amor. Esta vez las palabras no gritaban su nombre, ni lloraban de dolor al pronunciar el tuyo, que ya empezaban a olvidarse. Aunque tampoco se trataba del olvido.... por primera vez las gotas de lluvia mojaban mi piel y yo no podía compararlas con nada.

Esta vez no había gritos, ni lágrimas, ni esperanza.

martes

Amor,
Finalmente escondí las cartas que preferí no entraran en la caja de recuerdos, es probable que para no dartelas nunca, o encontrarlas cuando el tiempo de nosotros haya terminado, ahí agazapadas abajo del cajón que está abajo del armario, donde nadie escucha sus gritos. Quizás, cuando fueramos grandes, encontrar que en algún momento las había escrito, y más, re-conocer que eso había sentido y pensado y para colmo puesto en palabras, me iba a doler más de lo que aceptaba. Darte ese dolor ahora era totalmente useless, decirte que quería que las leyeras porque quería que me conocieras también era useless -como si leyendo eso hubieras conocido algo de mí que no conocías de otra(s mil) forma(s)... como si hubieran sido tan importantes las palabras en esas cartas, como si esos gritos....

Por ahí no importaba si entendías las cartas, ni si las leías en realidad. Por ahí lo único que importaba era que supieras que las había escrito, que supieras que existían... y que cuando me preguntaras por qué yo supiera qué responderte, sin decirte -en lugar de la respuesta- algún comentario que fallara en hacerte reír, como que las había escrito para lastimarte.
Porque la verdad era esa, no tenía la más puta idea de por qué había escrito ni sentido esas cosas... pero no, no eran para lastimarte, no eran parte del juego sadomasoquista que jugabamos una vez, no sé si te acordás, cuando éramos más chicos. Las cartas habían tenido su sentido en mi mente de niña creyéndose grande... pero supe, en algún lugar de mí, que en mi mente de grande sabiéndose niña no iban a tenerlo, y no habrían contribuido (creo que así lo diría un grande) al desarrollo de nuestra p...*(1)



*(2) Esta carta también la voy a esconder, ahora que lo pienso. Y dentro de esta probablemente guarde a todas las demás, o guarde en esta en el centro de todas las demás. Total.. si algún día antes de ser grande decido morirme, y encontrás todo esto (o lo encuentra alguno que intentara amarme...) Tampoco van a haber tenido sentido... ni la primera carta, ni la última (si alguna vez la hay), ni la que hablaba del amor, ni la que hablaba de las lágrimas, ni la que habla de las cartas.




- (1) el papel está borroso. Causa probable: lágrima o gota de alcohol. No se especifica si fue intencional.
- (2) cambio de color de tinta.

viernes



Crawling in my skin...
...these wounds, they will not heal.
Encontrémonos
en un eterno presente
voy a tratar de no esconderte
que tengo miedo.



Miedo de que lo sepas
(que tengo miedo)
Hagamos de cuenta que no nos importa
sepamos ser
artífices
de algún guión de teatro que nos enamore.

Y si no nos enamoramos
no importa
si sólo somos, para lo que fuimos
una narración etérea
si sólo soy, para lo que tuviste
una 'una más' que llega y se va.

No te detenga
de seguir tu camino
sigamos como hasta ahora
adivinandonos...
mientras te tomo de la mano...
amigo.

Y si nos enamoramos...
tan poco importa.
si se te ocurre entretenerme
y hacerme reír
decir
que querés estar conmigo.

Me entregué a las líneas
y los guiones, y los artistas
quizás conseguí algo
que tuvo algún efecto
algún eco en tus palabras.

Miedo de entender
que lo decía en serio.



Miedo de enfrentar el espejo
y verme
así
como vos me habías visto
atrás de los velos
y de los disfraces.



Miedo de pedirte
que me des más miedo.

La cama vacía
ropas abultadas
y un segundo
de palabras sin sonido.

Miedo
a elegir
que sí.

Porque dejar mi cuerpo en manos de otro
no es tan difícil
porque partir los labios recibiendo ajenos
lo han hecho tantos.

Pero dejar que fueran tu cuerpo
tus manos
tu aliento
y tus besos...




Tratamos
de sacar las cuentas
para creer
que por saltar piedras esquivábamos montañas.

Soltar tu mano no me da miedo,
pero no quiero.
Abrir los ojos
y encontrarme rodeada de montañas..
saber que vienen tantos otros saltos..

Sí, me da miedo.
Pero está tu mano.

martes

El fantasma caminó hasta mí, vestido con su traje blanco con el que solía vérselo vagando por los pasillos de aquella casa. Me despertó de un sueño entre tus sábanas de seda, y abrí los ojos sintiéndome extrañamente en casa.
-Hola. Volviste. - le dije. Sí, esta vez también lo esperaba. Él asintió, y acercó su rostro pálido hasta mí.
-Me voy.- me anunció. Lo miré incrédula.
-¿Para?-pregunté, casi sin poder imaginarme otra respuesta. Los fantasmas... simplemente no se iban. Él rió.
-Porque ya no tiene caso que me quede. Cumplí mi función. Y escuchate. Hasta te estás hablando en primera persona.
Le di la razón sin entender del todo por qué lo hacía. -Y ahora, ¿a quién voy a temer? Y ahora él, ¿va a seguir pensándote cuando no estés?
-Che... él nunca notó mi existencia acá. ¿Pensabas que sí?
-Pero si es por él por lo que seguís acá.
-No... él no va a seguir pensándome. Y no vas a temer a nadie, o si seguís así probablemente termines asustandote de vos misma, como alguno predicaba al principio.
Reí. -¿Sos eso? ¿Sos y fuiste sólo una idea?
-No. Pero sí te puedo decir que vivía de tu sangre, vivía de tu energía, y el tiempo que estuve acá... perdoná si te sentiste un poco incómoda, un poco cansada de todo o no entendías bien dónde estaba la vida que te faltaba.
-Sí... supongo que me di cuenta de eso. Lo que no sabía era que podía--
-No, si hubieras podido "deshacerte" de mí, lo hubieras hecho. Y lo intentaste muchas veces. Pero morimos solos.
-Últimamente te habías vuelto tan silencioso que no notaba tu precencia.
-Por eso estoy muriendo a decir verdad. Me descuidaste, eh.
-Sí. Es cierto, me ocupé un poco más de mí, de él...
La figura blanca se volvió hacia la puerta.
-¿Te vas así? ¿Por la puerta?
-¿Por dónde más?
-Pensé que te ibas a desvanecer, o algo así.
-Algo así como eso que en tu pueblo le dicen "borrón y cuenta nueva". No, querida. Vos ya me creaste, yo tengo piernas y un cuerpito que está bárbaro, estoy lo suficientemente orgulloso de mi mismo como para volver en cuanto vea que de vos puedo seguir alimentándome.
-¿Así que de mi depende?
-De vos... sí, en parte. Todo, desde que decidiste empezar a entender las cosas, depende en parte.


Lo vi partir y cerrar la puerta a su paso, y una parte de mí corrió tras él.. asegurándose que doblara en la esquina de Medrano y Corrientes, que se mezclara con la niebla de las cuatro de la madrugada, que hiciera todo como correspondía. Y él así lo hizo; yo me quedaba entre tus brazos y escuchaba nuestras risas.
Una tormenta de adrenalina que--
rompa-
el ritmo perfecto de tus latidos y--
(aunque fuera.. ) por unos segundos
ponga al descubierto
tu humanidad...
(o lo que de ella te queda.)

lunes

Mis alas negras
incansables
se acercan a donde van tus pasos.

Tus pies blancos
no cesan
cauivan por siempre mis alas.

Tu cuerpo eterno baila
quema en un sinfin de movimientos
y permanece quieto.

La diminuta cápsula
que encierra mi alma
de la que nace la fuerza para el aleteo
siente tu calor, lo quiere.

Gotas de fuego llueven
besos desde tu más profundo
de donde salen tus misterios más ocultos
alcanzan mi cuerpo, lo hieren.

Adormecida escucho tus palabras
queman mis alas
en tu voz morfina.
Entre tus brazos encuentro la calma
busco tu boca
y en tu aliento naftalina.

jueves

-¿Se te ofrece algo? -preguntó la Magnolia, en francés.
-No... -dijo él, un poco dudoso.- ¿y a usted?
-Sí. Hace frío acá arriba, y hace mucho que no llueve también. Si podés traer un poco de agua, después podría pagarte.
Él hizo lo que la flor le solicitó, tan rápido como pudo. Trepó el arbol con cuidado, dejó su remera envolviendola, y bajó. Para cuando llegó al suelo tenía algún que otro raspón, y no se sentía bien. Regresó al día siguiente, y la Magnolia ya no lo recordaba, o fingía no recordarlo.

El niño se acercó a la flor que estaba en el piso. La rodeó y le devolvió la sonrisa. Se agachó a su lado, y apoyó su nariz contra uno de los pétalos. Muy despacio depositó un beso en uno de los pétalos rojos. 'Sos bonita.' Le dijo. La flor pareció volverse aún más roja, y bailó para él. Después él tuvo que partir, y, prometiendo a la flor que iba a regresar al día siguiente, dejó su bufanda para protegerla del viento. A la mañana siguiente efectivamente el niño volvió a ver a su flor. Repitiendo el ritual la rodeó y le sonrió, la besó en uno de los pétalos, y conversó con ella durante toda la tarde. A la hora de irse la cubrió con su bufanda.
-Esperá. -pronunció la flor, en el idioma de las flores. Pero el niño, por ser niño, entendió. - Yo también quiero que te lleves algo de mí.
Entonces el pequeño tomó uno de los pétalos, miró (primero con preocupación, después con temor y finalmente con aceptación) a la flor, y tiró de él suavemente. La flor intentó no quejarse, sin embargo podía percibirse su dolor. Él se llevó el pétalo consigo, y lo dejó en su hogar. Al día siguiente regresó con un sentimiento de culpa y una regadera con agua.
-Tomá. Perdón por haberte quitado el pétalo, Flor. Seguramente era mejor que me quedara... no sé, con una hoja, que quizás no te dolía tanto.
La flor no se sintió ofendida en lo más mínimo por el accionar del niño. En cambio agradeció el agua y dijo que lo de ayer no había sido nada, mientras que sus lágrimas caían disimulándose entre las gotas. Esa noche, el niño llevó una hoja consigo a su hogar.
-Buen día, Flor. - lo saludó al día siguiente. Ella le preguntó por la hoja.
-Gracias por ella. Está en mi hogar, junto con el pétalo. Lo noté un poco más... deteriorado, que cuando me lo llevé. ¿Vos sabés por qué podrá ser eso?
La flor sabía la respuesta, pero prefirió esperar. Claro que fuera de sí, el pétalo no sobreviviría mucho tiempo. Así como tampoco lo haría la hoja.
Tan fuerte era el vínculo que había entre ellos, que un día el niño se acercó a la flor y en voz muy baja le preguntó, 'No querés venir vos también allá donde yo vivo?' La flor se mostró al principio descolocada, y después, mientras pasaban las horas de la tarde, fue aceptando la idea. Esa noche el niño comenzó a tirar del tallo y, entendiendo los quejidos de la flor como parte de la conversación, la lastimó de modo tal que ella, para defenderse, se enroscó y se protegió de todo lo que fuera ajeno a sí misma.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa, Flor? ¿Te lastimé? -El niño lloró por tres días seguidos. Pero la flor ya no volvió a hablarle, ni a seguirle sus juegos inocentes. Sin más que hacer ahí, tomó su carga y continuó viaje.

No había hecho diez metros cuando encontró la siguiente flor.
-Hola. -dijo, no tan seguro como la primera vez que había entablado un diálogo con una de esta especie.
-Ho...la. -contestó la flor. Era de un color violeta intenso, aparentemente pequeña, aparentemente indefensa. Se cubría de hojas y sólo se podían ver sus ojos, oscuros.
-¿Por qué te escondés?
-Porque no soy tan bonita como las otras flores.
El niño la rodeó, acercó su nariz y aspiró su perfume, y la besó suavemente en uno de los pétalos. Ella se le quedó mirando, silenciosa. Siendo ya de noche, él se quitó el saco y lo usó para proteger a la flor. Ella estaba encantada, y lo siguió con la mirada cuando él se alejó hacia su hogar.
Al día siguiente volvió el niño a ver a su flor. Y al llegar la noche, y sin dudarlo, tomó uno de los pétalos y tiró de él, guardándolo en la palma de su mano. La flor, ingenua, se quejó poco del dolor.
-Entonces vos sos más fuerte.- dijo él. Pero todavía pensaba en la flor color carmín, y no podía evitar la comparación. La violeta hablaba poco, notó el niño. Y no bailaba. Era silenciosa, y estudiarla y entenderla era una de las cosas más interesantes que él había hecho jamás.
-A vos también te gusta observar a los demás, y por eso te quedás callada. -dijo una vez. Y estaba en lo cierto. - Quiero que vengas conmigo. - dijo el niño. Y sin pensarlo arrancó la flor, que sin poder evitarlo notó cómo perdía su vida en las manos del niño y se dejó caer. Poco antes de morir llegó hasta donde estaba la otra flor. La flor roja de la que el niño tanto le había hablado. Y era otra más de estas que se veían mucho más bonitas. La violeta se dejó caer de las manos del niño y se aseguró de hacerse tan pequeña que nunca más la volviera a encontrar.

No pasó un año antes de que el niño conociera a otra flor. Para acercarse a esta tuvo que aprender a escalar árboles, la Magnolia crecía en las ramas altas y él quería conocerlas vivas. Así hizo, y una vez que estuvo al pie de una de ellas, su nariz unos pocos centímetros por debajo de los pétalos, la besó.
-Ey. -dijo la flor.- ¿Quién sos? Olés a flores. ¿De donde venís?
-De abajo. Yo siempre vengo de abajo. Para vos todos los demás están abajo, porque vos estás muy alta.
-No. -refutó la flor.- Vos me ves alta porque creés que esto es arriba. Y yo creo que te estás confundiendo. Pero bueno, no me hagas caso.
El niño permaneció en silencio esta vez. Era un silencio de estupefacción, al principio no sabía cómo responderle y después se dio cuenta de que no necesitaba responderle.
-Yo te conozco a vos. Y vos me conocés a mí. ¿Por qué no me dijiste nada?
-Porque no quiero que te acuerdes de eso. - respondió el niño, reconociéndola al fin.
-Pero te lastimé. Perdón. Yo... era demasiado egoísta. Lo sigo siendo, pero distinto.
-No. No hay nada que perdonar.
Él se estiró para intentar besarla, pero sus pies eran demasiado cortos, su cuello demasiado corto, sus brazos necesitaban sostenerlo y de todos modos también habrían sido demasiado cortos.
-No te alcanzo.
-No querés alcanzarme.
-Sí, quiero. Quiero y pienso probártelo. Voy a alcanzarte y tomar algo de tí, porque quiero algo tuyo conmigo para que sepas que sigo recordándote.
Y bajó durante la noche, hacia su hogar. Y mientras caminaba de vuelta se cruzó con esa manchita de color con la que se cruzaba todas las veces camino a casa.

La rodeó como siempre la rodeaba, sonriéndole sólo con curiosidad. Pero esta vez la manchita le llamó la atención.
-Ey. Hola. Vos te la das mucho de hablar allá, pero al final a mi no me saludás nunca.
El niño se volteó y miró con más atención, descubriendo una flor que hasta ahora había sabido pasar desapercibida.
-¿Qué tal? -preguntó. Y le sonrió ahora con más ganas, y acercó su nariz a ella, y la besó en uno de los pétalos. Ella no tardó en sonrojarse como se sonrojan las flores azules.
-Yo bien. Como siempre supongo, acá en mi asiento de espectadora, tengo una de las filas de adelante. ¿Vos como estás?
-Triste.
-Ah.. ¿se puede saber por qué? ¿o por cuál? Ya sé. La roja.
-No, no...
-¿Violeta?
-No, no. ¿No supiste nada de ella? La estuve cuidando después de todo lo que pasó. Y volvió a crecer y está más fuerte que nunca.
-Me alegro. ¿entonces? ¿Qué te tiene mal?
-La blanca, la magnolia.
-Ah... claro. Seguís mirando para arriba-
-¡¿Y para donde carajo querés que mire?!
-Si crecieras....
-Falta mucho para que crezca. Y la flor roja cree que eso nunca va a pasar.
-Bueno, a decir verdad...
-Si dejás de insultarme sería más cómodo contarte lo que me pasa.
-Perdón. Es que me exaspera a veces.
-No.. está bien. Mejor me voy a dormir.
-Pero está lloviendo.. a mi también podrías dejarme algo para que me abrigue.
El niño se quitó la remera y envolvió la flor azul con ella. En silencio caminó hasta su casa, y cada mañana y noche que volvía a pasar por ahí, conversaba algunas palabras con la flor azul.

Fue una mañana en la que el niño llegó, la rodeó, le dedicó una sonrisa y la besó en uno de los pétalos, que la flor reaccionó de golpe en contra de su ritual.
-Si dejás de hacer eso me hacés un favor. Me estás tratando como tratás a todas las demás flores, y sé que a ellas las querés o quisiste porque... porque te gustaban. Si vas a tratarme así... entonces yo también quiero tratarte así.
Finalmente transcurrieron suficientes mañanas como para que la flor le dijera al niño que quería que él tuviera algo de ella.
-Pero cuando de las otras me llevé sus pétalos, o me llevé sus hojas, o quise que vengan conmigo, salieron lastimadas y no quiero lastimarte también.
-Adelante. Sacá uno. Mañana podés sacar otro, y así... supongo que con uno va a estar bien.
El niño hizo como ella le decía. En cierto punto a la flor sólo le quedaban tres pétalos, y mientras el llanto se escondía detrás del tallo, levantó sus ojos hacia él. Se acercaba la noche y ella pensaba, una vez más, entregar una parte de sí para que ésta fuera a parar al hogar del niño -seguramente entre sus brazos, pero como un fragmento de sí misma.
-No quiero lastimarte, pero yo también quiero tener algo de vos conmigo. No quiero hacerte llorar y por eso te cuido, y te abrigo con mis ropas, y te traigo agua cuando hay sequía y refugio cuando hay tormenta. Porque la única forma en la que puedo tenerte--
-No, esperá... -lo calló la flor. Y entonces entendió todo, y le sonrió comprensivamente, y se acercó hacia la mano del niño para ser acariciada por su piel. - ¿Tengo que dejar que me lastimes para saber que te importo?


mikaera.

"Y así arrancó para algún callejón... mirando nada, escuchando un adiós... adiós a todo placer que me saque de la amargura."

23-10-09


"Resonaron en mi mente los versos escritos por ella, en los que decía -y esta vez, con razón- que volver a tenerte entre sus brazos era la prueba no sólo de que no te habías ido, sino de que realmente hubo una primera vez en la que habías llegado."

20-10-09


"Estabamos ahí sentados perfectly still. Me hablabas al oído, me hacías el amor con palabras por primera vez."

24-10-09

miércoles

'Remember when we used to look
how sun sets far away
and how'd you say
hey, this name is over...'


Wtf?!
Nunca entenderé la actitud de los hombres frente a nosotros, los objetos. Proceden como si creyeran que la circunstancia de habernos dado vida les autoriza a tratarnos como a esclavos mudos. Jamás nos escuchan. Supongo que lo hacen por vanidad, por estúpido prejuicio de clase, pues consideran que un hombre es demasiada cosa para detenerse a departir con una alacena, o con una jofaina, o con un tintero. Eso menoscabaría su dignidad. ¡Qué tontos! No se dan cuenta de que quienes más aprovecharían del diálogo serían ellos, pues la condición de testigos inmóviles, sin cesar vigilantes, enriquece nuestra experiencia con garantías valiosas. Desde esa posición prescindente, que es un signo de flaqueza, los hombres se aíslan del mundo inmediato y se privan de las mejores amistades. Han decidido quedarse solos y que nosotros quedemos solos entre ellos. Es incomprensible. Y no hay manera de hacerles entrar en razón. Fingen continuamente no captar nuestros mensajes. O quizás la costra de orgullo empecinado haya endurecido su sensibilidad en tal forma, que ya no los captan.

Lo compruebo día a día. Una puerta se esfuerza por transmitir a su amo cualquier idea: la idea de que no debe entrar en una sala, por ejemplo. Llama para ello su atención girando con leve chirrido, y el muy testarudo prefiere atribuir ese movimiento a una corriente de aire, y se mete en el cuarto con las desagradables consecuencias que ello implicaba. Parece imposible que el hombre sostenga con sinceridad que la tierra está poblada de corrientes de aire y que ellas son las únicas responsables de cuanto acontece en torno suyo.

Y ¡qué decir de los nocturnos crujidos de los muebles!, ¡qué decir del tableteo fugaz de las persianas; del rezongo de las chimeneas; del gemido de los viejos escalones; de la vocecita de la pluma sobre el papel, que va murmurando: “¡no escribas eso, no escribas eso!”. ¡Qué decir de esa cortina trémula que de repente se echa a volar aleteando como un fantasma! Nada: todo son corrientes de aire, o ratas, o que si el calor produce esto y el frío produce aquello. Los hombres viven inventando leyes y coartadas para explicar lo más sencillo, lo que no ha menester de números ni de axiomas: que estamos aquí, a su lado, que somos sus amigos, que ansiamos comunicarnos con ellos. Me acuerdo que una mañana, en Buenos Aires, en la fonda de doña Estefanía, era tan fuerte mi parloteo que la tabernera empezó a correr por el cuarto, azotando las sillas con un plumero y gritando que una avispa zumbona andaba por ahí. Lo curioso es que cuando un hombre, más cuerdo que los demás, se rinde por fin a la evidencia de nuestra cordialidad y acude a nosotros fraternalmente, le enclaustran por loco.

Memorias de Pablo y Virginia - Manuel Mujica Lainez

jueves

Corren a lo largo de los grandes ríos, desde las empalizadas de Buenos Aires hasta la casa fuerte de Nuestra Señora de la Asunción, las noticias sobre los hombres blancos, sobre sus victorias y sus desalientos, sus locos viajes y la traidora pasión con que se matan unos a otros. Las conducen los indios en sus canoas y pasan de tribu en tribu, internándose en los bosques, derramándose por la llanuras, desfigurándose, complicándose, abultándose. Las llevan las bestias feroces o curiosas: los jaguares, los pumas, las vizcachas, los quirquinchos, las serpientes pintarrajeadas, los monos, papagayos y picaflores infinitos. Y las transmiten también en su torbellino los vientos contrarios: el del sudeste, que sopla con olor a agua; el polvoriento pampero; el del norte, que empuja las nubes de langostas; el del sur, que tiene la boca dura de escarcha.
La Sirena oyó hablar de ellos hace años, desde que aparecieron asombrando el paisaje fluvial las expediciones de Juan Díaz de Solís y Sebastián Caboto. Por verles abandonó su refugio de la laguna de Itapuá. A todos les ha visto, como vio más tarde a quienes vinieron en la flota magnífica de don Pedro de Mendoza, el fundador. Y ha crecido su inquietud. Sus compañeros la interrogaban, burlones.
-¿Has encontrado? ¿Has encontrado?
Y la Sirena se limitaba a mover la cabeza tristemente.
No, no había encontrado. Se lo dijo al Anta de orejas de mula y hocico de ternera que cría en su seno la misteriosa piedra bezoar; se lo dijo al Carbunclo que ostenta en la frente una brasa; se lo dijo al Gigante que habita cerca de las cataratas estruendosas y que acude a pescar en la Peña Pobre, desnudo. No había encontrado. No había encontrado.
Ya no regresó a la laguna de Itapuá. Nadaba perezosamente, semiescondida por el fleco de los sauces, y los pájaros acallaban el bullicio para oírla cantar.
Va de un extremo al otro de los ríos patriarcales. No teme ni a los remolinos ni a los saltos que levantan cortinas de lluvia transparente; ni al rigor del invierno ni a la llama del estío. El agua juega con sus pechos y con su cabellera; con sus brazos ágiles; con la cola de escamas azules prolongada en tenues aletas caudales color del arco iris. A veces se sumerge durante horas y a veces se tiende en la corriente tranquila y un rayo de sol se acuesta sobre la frescura de su torso. Loa yacarés la acompañan un trecho, revolotean en torno suyo los patos y las palomas llamadas apicazú, pero presto se fatigan, y la Sirena continúa su viaje, río abajo, río arriba, enarcada como un cisne, flojos los brazos como trenzas, y hace pensar en ciertas alhajas del Renacimiento, con perlas barrocas, esmaltes y rubíes.
-¿Has encontrado? ¿Has encontrado?
La mofa: ¿Has encontrado?
Suspira porque presiente que nunca hallará. Los hombres blancos son como los aborígenes: sólo hombres. Tienen la piel más fina y mas clara, pero son eso: sólo hombres. Y ella no puede amar a un hombre. No puede amar a un hombre que sólo sea hombre, ni a un pez que sea sólo pez.
Ahora nada por el Río de la Plata, rumbo a la aldea de Mendoza. El Gigante le ha referido que unos bergantines descendieron de Asunción, y por los faisanes ha sabido que sus jefes se aprestan a despoblar a Buenos Aires. Precaria fue la vida de la ciudad. Y triste. Apenas han transcurrido cinco años desde que el Adelantado alzó allí las chozas. Y la destruirán.
En la vaguedad del crepúsculo, la Sirena distingue los tres navíos que cabecean en el Riachuelo. Más allá, en la meseta, arden los fuegos del villorrio destinado a morir.
Se aproxima cautelosamente. No ha quedado casi nadie en los bergantines. Eso le permite acercarse. Nuca ha rozado como hoy con el pecho grácil las proas; nunca ha mirado tan vecinas las velas cuadradas que tiemblan al paso de la brisa.
Son unos barcos viejos, mal calafateados. La noche de junio se derrumba sobre ellos. Y la Sirena bracea silenciosamente alrededor de los cascos. En el más grande, en lo alto de la roda, bajo el bauprés, advierte una armada figura, y de inmediato se esconde, temerosa de ser descubierta. Luego reaparece, mojado el cabello negro, goteantes las negras pestañas.
¿Es un hombre? ¿Es un hombre armado de un cuchillo? O no... o no es un hombre... El corazón le brinca. Vuelve a zambullirse. La noche lo cubre todo. Únicamente fulgen en el cielo las estrellas frías y en la aldea las fogaradas de quienes preparan el viaje. Han incendiado la nao que hacía de fortaleza, la capilla, las casas. Hay hombres y mujeres que lloran y se resisten a embarcar, y los vacunos lanzas unos mugidos sonoros, desesperados, que suenan como bocinas melancólicas en la desierta oscuridad.
Al amanecer prosigue la carga de los bergantines. Partirán hoy. En lo que fue Buenos Aires, sólo queda una carta con instrucciones para quienes arriben al puerto, aconsejándoles cómo precaverse de los indios y prometiéndoles el Paraíso en Asunción, donde los cristianos cuentan con setecientas esclavas para serviles.
Las naos remontan el río, entre las islas del delta. La Sirena las sigue a la distancia, columpiándose en el vaivén de las estelas espumosas.
¿Es un hombre? ¿Es un hombre armado de un cuchillo?
Tuvo que aguardar a la luz indecisa de la tarde para verle. No había abandonado su puesto de vigía. Con un tridente en la derecha y una rodela embrazada, custodiaba el bauprés del cual tironeaban los foques al menor balanceo. No, no era un hombre. Era un ser como ella, de su casta ambigua, hombre hasta la mitad del cuerpo, pues el resto, de la cintura a los pies, se transformaba en una ménsula adherida al barco. Una barba rígida, triangular, le dividía el pecho. Le rodeaba la frente una pequeña corona. Y así, medio hombre y medio capitel, todo él moreno, soleado, estriado por las tormentas, parecía arrastrar el navío al impulso de su torso recio.
La Sirena ahogó un grito. Surgieron en la borda las cabezas de los soldados. Y ella se ocultó. Se sumergió tan hondo que sus manos se enredaron en plantas extrañas, incoloras, y el olear se lleno de burbujas.
La noche arma de nuevo sus tenebrosas tiendas, y la hija del Mar se arriesga a arrimarse a la popa y a deslizarse hasta el bauprés, eludiendo las manchas amarillas de los faroles encendidos. A su claridad el Mascarón es más hermoso. Se le sube la luz por las barbas de dios del Océano hacia los ojos que acechan el horizonte.
La Sirena le llama por lo bajo. Le llama y es tan suave su voz que los animales nocturnos que rugen y ríen en la cercana espesura callan a un tiempo.
Pero el Mascarón de afilado tridente no contesta y sólo se escucha el chapotear del agua contra los flancos del bergantín y la salmodia del paje que anuncia la hora junto al reloj de arena.
Entonces la Sirena comienza a cantar para seducir al impasible, y las bordas de los tres navíos se pueblan de cabezas maravilladas. Hasta irrumpe en el puente Domingo Martínez de Irala, el jefe violento. Y todos se imaginan que un pájaro está cantando en la floresta y escudriñan la negrura de los árboles. Canta la Sirena y los hombres recuerdan sus caseríos españoles, los ríos familiares que murmuran en las huertas, los cigarrales, las torres de piedra erguidas hacia el vuelo de las golondrinas. Y recuerdan sus amores distantes, sus lejanas juventudes, las mujeres que acariciaron a la sombra de las anchas encinas, cuando sonaban los tamboriles y las flautas y el zumbido de las abejas amodorraba los campos. Huelen el perfume del heno y del vino que se mezcla al rumor de las ruecas veloces. Es como si una gran vaharada del aire de Castilla, de Andalucía, de Extremadura, meciera las velas y los pendones del Rey.
El Mascarón es el único en quien no hace mella esa voz peregrina.
Y los hombres se alejan uno a uno cuando cesa la canción. Se arrojan en sus cujas o sobre los rollos de cuerdas, a soñar. Dijérase que los tres bergantines han florecido de repente, que hay guirnaldas tendidas en los velámenes, de tantos sueños.
La Sirena se estira en el agua quieta. Lentamente, angustiosamente, se enlaza a la vieja proa. Su cola golpea contra las tablas carcomidas. Ayudándose con las uñas y las aletas empieza a ascender hacia el Mascarón que, allá arriba, señala el camino de los tesoros. Ya se ciñe a la ménsula rota. Ya rodea con los brazos la cintura de madera. Ya aprieta su desesperación contra el tronco insensible.
Le besa los labios esculpidos, los ojos pintados.
Le abraza, le abraza y por sus mejillas ruedan las lágrimas que nunca lloró. Siente un dolor dulcísimo y terrible, porque el corto tridente se le ha clavado en el seno y su sangre pálida mana de la herida sobre el cuerpo esbelto del Mascarón.
Entonces se oye un grito lastimero y la estatua se desgaja del bauprés. Caen al río, estrechados en una sola forma, y se hunden, inseparables, entre la fuga plateada de los pejereyes, de los sábalos, de los surubíes.

La sirena, Manuel Mujica Lainez.

'You mean there must be something physical too? I suppose there is, but it's not exactly a consuming passion with any of us. It's just a relaxed, cheerful sort of thing, like being warm in bed. You're too confortable to bother about moving for the sake of some other pleasure.'

'It started during those first months we had alone together - after Hugh went abroad. It was the one way of escaping from everything - a sort of unholy priesthole of being animals to one another. We could become little furry creatures with little furry brains. Full of dumb, uncomplicated affection for each other. Playful, careless creatures in their own cosy zoo for two. A silly symphony for people who couldn't bear the pain of being human beings any longer. And now, even they are dead, poor little silly animals. They were all love, and no brains.'

'How could I have thought I could get away with it! He wants one world and I want another, and lying in that bed won't ever change it!.... Oh, I'm not stepping aside to let you come back. You can do what you like. Frankly, I think you'd be a fool- but that's your own business. I think I've given you enough advice.'
'But he- he'll have no one.'
'Oh, my dear, he'll find somebody.'

'It's no good trying to fool yourself about love. You can't fall into it like a soft job, without dirtying up your hands. It takes muscle and guts. And if you can't bear the thought of messing up your nice, clean soul you'd better give up the whole idea of life, and become a saint. Because you'll never make it as a human being.'


-- Look back in Anger, by John Osborne.
'esa inteligencia de la que convenientemente no sos inconsciente.. esa inteligencia que me diste, que permanece en silencio en vos... de ella te pido que te valgas, que fue la misma que permitió que hoy no necesite droga, tabaco o alcohol para poder entender lo que entiendo a partir de estas letras... a partir de palabras... papá, sé que contás con eso, sé que de vos - y de nadie más- viene ese deseo de entender más y a la vez la necesidad de taparlo porque para una mayoría es peligroso, para vos es peligroso. no quiero pasar más tiempo sin verte artista, no quiero confirmar que los atisbos de persona que vi en vos, las cartas que le escribías a mamá y todas las demás señales son producto de mi imaginación. no quiero hartarte con delirios que quisiera que entiendas, no quiero tampoco que creas que soy incapaz de controlar mi... me. no quiero que esto te asuste y que decidas seguir sin entender metáforas como sé que sos capaz...'
Es aliviante que ella deje de ser ella y pase a ser una más ...

domingo

La pequeña mujer
es una flor compacta
armónica y exacta
de exquisito poder.

Este tema en que voy
es de una adolescente
que creció de repente
por esas cosas de hoy.

Superó su candor
y cambió la inocencia
por una inteligencia
de persona mayor

sabe bien lo que quiere
cuándo, cómo y por qué

para que se libere
no hace falta un papel

sale a la vida
tratando de ser
lo que le dicta
su parecer
para ser

Ella

Mimando sueños
poblando espejos
tramando sexo

filtrando amores
por sus canciones
trinando soles

Ella mujer...

Y razona mejor
que su buen señor padre
y es hermosa su madre
pero ella está mejor

y si la hacen callar
ella asoma sus garras
agarra la guitarra
y se esconde a cantar.

Tiene voz de mujer
y sonrisa de nena
es como una sirena
que te embruja al cantar

canta bien lo que quiere
cuando afina la fe

la mentira se muere
en sus ojos café

sale a la vida
tratando de ser
lo que le dicta
su parecer
para ser

Ella...


Ella adolescente - Miguel Cantilo.

sábado

Primero no tenía idea de qué estaba haciendo, ni de qué se supone que hiciera, ni cómo pensaba hacer para sentirme un poco útil, o al menos no demasiado inútil al lado de los mil consejos que sabía podían venir de su voz. Siempre elegí eso como la opción más segura... podía contactarlo, no me avergonzaba insistirle, y podía romperle soberanamente las pelotas para que te diera pelota. Y a él le salía mil veces mejor encontrar las palabras exactas para, por empezar, curvar las comisuras de tus labios y, si le parecía hacer que de tu voz se desprendiera una risa.
Sin embargo ahora no estaba él... ahora no podía estar él, y vos te acurrucabas.. pocas veces te mostraste frágil, y hacía muy poco que se había derribado la pared que estaba entre nosotras, pared que de vez en cuando tenía su nombre, lo cual hacía que las veces en las que te habrías mostrado frágil fueran aún menos.
La burbuja en la que involuntariamente encerrabas tus lágrimas estaba aún intacta, y de tu boca salían mil palabras, mil gritos del alma. Me hubiera gustado ser él por un segundo, poder escucharte y decirte, no un "lo que él te hubiera dicho", sino ser él para decirtelo. No confío en mis palabras, en mis consejos o interpretaciones, y no podía pedirte que confiaras en lo que fuera a decirte, en los sinsentidos que se me ocurrieran, en las asociaciones estúpidas y las ideas imposibles.

Yo enlazaba mis manos con tu pelo, te apretaba contra mí... te besé la frente y esperé que alguno de mis delirios te hubiera servido de algo.
Y qué hago ahora con el amor que guardé para vos? Qué hago con las cartas que todavía no te di, qué hago con las noches en las que aún no te lloré, qué hago, amor, qué hago ahora con más sangre que la que mi corazón late, qué hago con mis palabras, de amor, mi amor? Qué hago ahora, que todavía no te perdí, que no se si alguna vez te tuve, ahora que fui feliz, qué hago ahora, amor, con estas noches de dolor, sin mi dolor?
Soy un par de labios
con gusto a desconocido
que dicen palabras
que nunca oíste

Soy un cuerpo nuevo
para que descubras
que se mueve de forma
que nunca viste

Soy piel extraña
sangre fresca
Soy besos o vicios
como te parezca

Soy una amiga que hace
las veces de amante
y en afán de no aburrirte
se desviste.

Soy compañía que compra
tapados y ropas de cuero
para que nunca veas
el mismo color de nuevo

Soy la que se desvive
por divertirte
y en pieles nuevas se viste
hasta que decidas irte.

jueves

Amor,

Sinceramente pensé que iba a ser difícil superarte. No, no, me entendés mal. No estoy hablando de superar lo nuestro... lo nuestro pasó hace mucho. Estoy pensando en ese talento único, esa feature que tenés vos de... encontrar... (porque no lo buscás, vos lo encontrás y por lo general es instintivo)... el punto exacto en el cual golpeás para que se rompa la estructura de diamante. No estoy queriendo decir con esto que yo sea un diamante, porque me veo un tanto más como un pedazo de carbón quemado... que de casualidad si es útil, pero definitivamente muy preciado no es. Sí, vos entendés este tipo de delirios. ¿Te acordás cómo delirábamos cuando todavía caminaba de tu mano? Sí, algo parecido viví esta vez...
Cuestión que pensé que realmente eras el mejor en esta arte. ¡Cómo me sorprendió este candidato! En cuanto a tiempo te superó definitivamente. Sí, los subeybajas de la vida, los cotidianos. La diferencia supongo estuvo en la duración. Y que en este momento yo ya estoy... como quien dice... preparada, para recibir golpes así. Allá lejos y hace tiempo todavía creía en eternidades.
Uno siempre dice que cree en la eternidad. Sí, evidentemente la palabra 'eternidad' existe, es un concepto que implica que algo -la creencia en el concepto, por ejemplo- se prolonga durante tiempo ilimitado... hasta que uno muere. Ahí está el punto. ¿Cuántas veces moriste? Yo ya perdí la cuenta. Volver a creer que uno cree en la eternidad cuesta, pero se puede. Y yo pude, unas cuantas veces más después de vos.
Sabés que me gustaban mucho las hamacas, darling. ¿Viste esa sensación de la bajada y la subida... donde parece que dejás tu corazón (y otros órganos vitales, pero no importan tanto para la metáfora) ahi abajo, en el suelo? Es divertido, ¿no? ... Vamos, a vos debería parecerte de lo más divertido. No, no, no me malinterpretes. Sabés que te conozco mejor que eso. Lo que a vos te resulta (o resultaba, al menos) divertido es empujar a la pequeña que se hamaca... ver la expresión en su rostro cuando se descubre a sí misma inmersa en tu juego.
Right, sweetheart, al final te superaron... un poco, y por el momento. No te lo creas del todo. En intensidad... bueno, no puedo saber eso. Crecí mucho desde esos años, vida. Y vos también creciste, sino no te podría decir estas cosas. La verdad... todavía espero (sí, uno siempre espera) que él también crezca... y no pida mil veces perdón sin por una vez perdonarse.

miércoles

Sos el agua fría
cuando quema mi piel bajo tus manos;
Sos el oxígeno
cuando me ahoga el tabaco de tu aliento;

Son tus palabras el orden
para el caos en mi mente
intentando inútil
seguir tus argumentos.

Sos la mano firme
cuando caigo rendida ante tus ojos;
sos amanecer
si me pierdo en la noche de tu cuerpo.

El sonido de tus pasos el que da sentido
a la silueta perfecta
sombra inerte que te muestra
en mi pensamiento.

Te volvés eterno
inalcanzable
sos la droga que mata al adicto
que calla y parece que alivia el dolor.



Sos el antídoto
para el veneno de tus besos.



Supongo
que (no tan en parte)
por eso
no puedo
dejarte.

jueves

Cuando uno intenta un giro nuevo empieza despacio. Después aumenta la velocidad. Después agrega las manos/brazos para darse más impulso. Después intenta girar más de golpe, más tarde, va probando muchas formas.. Y a veces uno no entiende bien qué es eso que no le sale del giro.

Un día uno llega a la pista, entra en calor, y antes de hacer cualquier otra cosa intenta hacer ese giro. Y entonces gira. Una vuelta, dos vueltas. Y no entiende cómo es que las cosas salen tan de golpe, tan rápido.

Por un momento creí que tardé como dos segundos en darme cuenta de cómo difería cada fractal del otro. Sí, principio de autosemejanza. Pero no eran todos iguales.. no había blancos o negros.. no había buenos o malos.

No, no había partes a las que le gustaban los buenos y partes a las que le gustaban los malos.
Tampoco partes con las que podía estar tranquila y partes que me aterraban.
No había partes que estaban bien así y partes que ojalá pudiera cambiar.
No había antes y despues(es). No había mejores y peores. No había uno y su sombra, no había día y noche.
No era luna llena o sin luna, no era una de la tarde o una de la madrugada.
Tampoco había seguridad o inseguridad. Ni hacer bien o hacer mal, o cuidar o lastimar.
No había muy feliz y triste.
No estaban él y su opuesto.
Había unos, había otros, había uno.

Había una.


Y tardé... tardé como veinticinco meses menos un día en darme cuenta.


Cuando te fuiste nosotros todavía pensábamos en el auto. Sí, sabíamos que ese se iba a ir.. de vos no sabíamos nada, aunque si hubieramos estado un poco menos ciegos lo habríamos notado. Mamá no quería que vendieran el auto. Tenía unos cinco años, tiempo que para Papá era suficiente. Él quería cambiarlo desde hace mucho. Mamá en cambio sostenía que nos había acompañado en tantas cosas que no era necesario venderlo, y además estaba el valor afectivo que le teníamos... sí, habíamos viajado mucho, había sido hogar de muchas conversaciones...
Además los autos tenían un valor especial para Mamá. Cada vez que los cuatro íbamos a algún lado en auto se generaba un vínculo que probablemente no te sepa explicar, pero vos lo conocés, porque viajaste con nosotros algunas veces. Recorrer quilómetros encerrados los cuatro en ese cubículo de tres por cinco (o algo por el estilo, la verdad no sé cuánto mide un auto), mate de por medio, con música, y alejándonos de nuestras obligaciones me hacía creer muchas veces que realmente formaba parte de una familia. Y en ese momento me olvidaba que después teníamos que volver a la ciudad a seguir adelante con la política de que el todo es la suma de las partes.
Cuestión que vendimos el auto. Mamá y Papá salieron a eso de las cinco, y vos te quedaste solo conmigo. Yo probablemente estaba tratando de distraerme, también me costaba que vendieran el auto. No mucho, después de todo compraban otro auto y volvíamos a tener un cubículo en el que hacer de cuenta que nos entendíamos. Pero sí, las experiencias que habíamos compartido con éste auto (mayormente mi adolescencia, tu llegada, la pseudo-separación de Mamá y Papá...) eran únicas y me costaba bastante hacerme la idea de que se iban. Papá siempre se portaba distinto ahí, en el auto. Y parecía un papá.
Perdón, me fui de tema. Te decía, que te quedaste solo conmigo mientras yo trataba de distraerme. Y me miraste raro... me quisiste decir algo y yo (estúpida, ciega, tan metida en mis cosas y tratando de hacerme cargo de cosas que no podía cambiar) no entendí. No es que no te di bola, sino que no vi qué me querías decir. Y no hice nada al respecto. Al rato me llamaste, me buscaste... y me di cuenta (tarde) de que pasaba algo. Probablemente si hubiera sido un poco más perceptiva me habría dado cuenta y habría pasado más tiempo con vos, o algo. Después de todo vos tenías que irte en ese momento, no lo elegiste. Pero, ¿no lo hubieras elegido? ¿no querías irte?...
Ya hace casi un año y recién ahora te puedo escribir. Sí, uno tarda cuando las cosas le duelen. Al auto no lo extraña nadie, y Mamá también se lamenta por haberse preocupado tanto por eso. Ella también hubiera querido estar con vos... darse cuenta de que no quedaban muchos días. Nos tomó por sorpresa porque no supimos verlo venir... como cada vez que algo te toma por sorpresa. No porque no fuera posible verlo venir.

Te amo.
mikaera.

lunes

Why don't we end this lie
I can't pretend, this time
I need a friend, to find my broken mind
Before it falls to pieces.
Every time you try to leave me blind
You'll never close my eyes
You'll never close my eyes and watch me die

End this lie, I cant pretend, this time
I need a friend to find my broken mind
Before it falls to pieces...
Después del silencio sentí tu peso sobre mis hombros, pero cuando volteé para abrazarte no estaba todo vos ahí, ni estabas del todo vos. Sin embargo rodeé tus brazos, tus hombros, mis manos en tu espalda... como si hubiera querido evitar que tus pedazos se alejaran unos de otros, y al mismo tiempo intentar que no se maten entre sí. Quise darte un lugar adentro mío para que no estuvieras solo, para que esperáramos a que se calmara el llanto y se encontraran las palabras. Intenté hacerte sentir que tu dolor es mi dolor, y no sé si lo logré.

sábado

Explicame, amor,
esta vez explicame vos.

Cómo hago,
si ya no tengo palabras,
y todavía no entendés
que aunque miradas sobran
tus no-besos no bastan?

Cómo hago,
si intento seguir el juego,
pero miento cuando digo
que en realidad no hacen falta
nuestros besos en silencio.

Escuchame, amor,
tal como solés hacerlo.

Cómo hago
para creer que no sé
que te soy transparente,
mantener mi apariencia
no sentir lo que siento?

Si lloraste mil veces
dolor
si sentiste mil veces
amor
cómo hago para hacerme creer
que yo no?

Amar, temer, partir.

Claro, lo tuyo era muy ordenado, ¿no? Tan fácil que hasta le aplicaban las reglas del español. Tu paradigma verbal me cansa, querido. Siempre lo mismo, más regular incluso que la conjugación verbal castellana. Por lo menos en estos asuntos, amor mío, sos bastante predecible. Tres formas de conjugar verbos que, si bien parezcan distintos en su raíz, terminan todos igual. Constituyen etapas de los de tu clase, supongo. Está diseñado de forma tan exacta como el castellano: los que nacen con ello, lo hablan y conjugan de manera natural, con más o menos errores, pero después de todo, uno sabe a qué tiempo verbal y conjugación están refiriendo. Los extranjeros, sin embargo, nacemos con una dificultad innata para percibir tales estructuras, y entenderlas toma tiempo. Hay que atravesar muchos ejemplos para finalmente poder detectar qué conjugación sigue, y qué verbo se conjuga como cuál. Finalmente comenzás a entender y entonces puedo considerarme capaz de describir tu paradigma. Todo empieza con Amar... y en esa palabra (para vos, en esos cuatro sonidos cuya función e implicancia todavía no entendés) todo lo que se le parezca. Te sumergís en diversidades de raices verbales e infinitos intentos para expresar tu amor. Terminás de enumerar formas de amar (como 'matar', por ejemplo), y como 'tener' es un poquito menos regular, empezás a temer (y correr, y entender...). Cuando temiste, corriste y empezaste a perder, entonces partís. Y partir, querido, incluye morir. Pero vos no morís... (a veces, la que muere soy yo). Vos vivís así, volvés a vivir así. Vos sentís así.
¿Cuántos ciclos más, mi amor, amás, temés, partís?
¿A cuántas otras más, mi amor, matás, perdés, mentís?


Btw, encontré inspiración para esto nada más que en la clase de lengua española. Si alguien se siente identificado/a es problema suyo ;)
- Ma, te quiero contar algo.
- Decime.
- "Ayer estabamos jugando rol y pasó algo muy loco. ...su personaje usó un ataque que corresponde a otra raza. Y obviamente nosotros nos quedamos mirándolo con cara de WTF qué carajo?!, y nos fuimos a la mierda porque nos asustamos. Hay una especie de enfermedad que ataca a los gnomos que los transforma en otra especie, y pensábamos que le había pasado eso. Él nos trató de explicar y al final se me acercó y me pidió perdón por haber utilizado ese ataque. Yo no entendí nada, porque aparentemente seguía siendo él mismo. Me dijo que él sabía desde antes que podía usar ese ataque aunque no correspondiera a su raza, y que nunca lo había hecho adelante nuestro para evitar que pasara esto. Y después me pidió perdón por habernos mostrado que sabía usarlo. Ahí fue que me enojé más todavía.. porque no solo nos había lastimado (y asustado) usando el ataque, sino que además pedía perdón por mostrar una de sus habilidades. Después creo que se enojaron todos conmigo porque yo había dicho que eso era una habilidad cuando nos había dejado todos rotos. Pero yo digo que es una habilidad, no que hace falta usarla en contra de la party..."
Mientras tanto nos tratamos como extraños, me preguntás qué me gusta más, cómo me llamo. Me abrís la puerta y la cerrás tras mi paso, como si tratases de borrar huellas de tu presencia. Como si el 'ojalá nunca hubiera' fuera ahora tu verdad, y la hicieras nuestra verdad convirtiéndola en un 'nunca hubo'. Sin embargo hay cosas que cambian en el acá y ahora con respecto al allá y antes. Mi sonrisa ya no se deslumbra con tus gestos: ama a todos y a cada uno de ellos, y llora al sentirte lejos y ver que querés volver a acercarte por el mismo camino que lo hiciste antes.
Pero ese camino está gastado, y vos lo notás cuando tus manos se aburren de verte jugar las mismas cartas.
Sigo tu juego una vez más y espero que veas que sé que es un juego. Espero a que me pidas que hable, cuando bajes el telón y la cabeza. Espero que el círculo se corte en algún momento y no necesite tratarte como si no supiera tus debilidades, como si no llorase por tus derrotas, como si no viera tus montañas. Espero no encandilarme esta vez y dejar que te acerques.
Pero si dejo que te acerques, si salgo del vicio en el que cuando algo sale mal volvemos a ser un par de desconocidos que se ven y deslumbran por primera vez; si por una vez me olvido de arreglarme antes de verte y me encontrás desprolija y te encuentro recién levantado.. entonces capaz que vea al vos al que amo y el vos que me deslumbra sea solo de a ratos, no viceversa.
Quiero dibujar un olor a verano mezclado con nuevo, fresco, noche y paz. Viento entrando por una ventana y capaz algunos truenos. La luz de los rayos entrando por la misma ventana. Silencio (y con éste, ausencia de besos y palabras). Un hombro que vista remera de algodón de color oscuro, para que al apoyar los ojos lo más luminoso siga siendo su piel, en el cuello descubierto, la piel seca y suave. Sus manos frías, pero no tanto como para dar frío. Su respiración tan leve como para no querer respirar, conociéndote ruidosa y molesta en esta arte.

miércoles

Elias M Vernieri dice:
*"y ahi estaba el... como si nada hubiese pasado.... con su camisa comprada en el judio de rivadavia, como si el tiempo no le hubiese afectado, como si los años no hubiesen pasado... como si la vida no la hubiese golpeado... sisi que camisa inmortal"
*texto de lucila
Hythyan dice:
*O.O
*ASDFFSAFASDFSAFDFSASDF
Elias M Vernieri dice:
*esta escribiendo sus "memorias"
Hythyan dice:
*che
*dice "como si la vida no LA hubiese golpeado"
*AH,
*a la camisa
*claro.
*YO entendí mal
Elias M Vernieri dice:
*jajajaja ;)
Hythyan dice:
*CLARO, porque yo SIEMPRE entiendo mal
*la concha de tu hermano (:

martes

For I have got
another wall, another wall.
You're making me say that I've got nobody but you,
But as from today,
well, I've got
some other, that's new.
I ain't no fool and I don't take what I don't want,
For I have got
another wall, another wall.
She's harder than all the walls and
I met quite a few.
No other in all the world can
do what she can do.
And so I'm telling you, this time you'd better stop
For I have got
another wall. Another wall
who will hide me till the end.
Through thick and thin
She will always be my friend.
I don't want to say that I've been
unhappy with you,
But, as from today, well, I've seen
some other that's new.
I ain't no fool and I don't take what I don't want,
For I have got
another wall. Another wall
Who will hide me till the end.
Through thick and thin
She will always be my friend.
I don't want to say that I've been
unhappy with you,
But, as from today, well, I've seen
some other that's new.
I ain't no fool and I don't take what I don't want,
For I have got
another wall. Another wall.
Another wall.

lunes

Su danza
ajena
sus ojos
y quererla.

La forma
de hablarle;
los besos
y sentirla.

Tus pasos,
sus pieles,
promesas
y tenerla.

Su llanto,
su fuerza,
demandas
y dejarla.

Palabras dulces
que no escuchó.

Las escucho a distancia,
las siento-pienso-entiendo.

una o dos lágrimas
quizás es más seguro
que a mi no.

Tu paz a tiempo.

Decís las palabras que bastan
para que entre mis labios
mi sonrisa
se descubra.

Que la sonrisa que beso
que mira desde tus labios
(mi deseo)
me enamore.

Decís con un dejo de lamento
la melodía perfecta
(mi tu voz)
un 'te amo'.

Que entre los demás vicios
que te arrancan la vida
en tu cama,
tu preferida.

Digo que por qué no,
después de todo soy yo,
mi error,
me atormenta.

Que desde tus pupilas
te condena, tu alegría.

Que desde tus abrazos
te embellece, tu mentira.

Digo que entre beso y beso,
me invade
tu paz
a tiempo
y sólo eso.

sábado

it's easier to run...
(so much simpler than change..)

[ pero en este caso no es 'there'd never be a past', porque técnicamente si quiero correr hacia atrás necesito que primero haya un 'atrás' hacia el cual correr. ]
. . .
Más bien por libro abierto

texto leído
Entiendo que no te importa
como me sienta
(ni si me siento).

Y a mi sí? . . .
plays, tempting vodka
within sheets of silk
makes love until midnight
and from midnight on

uncertainly promising
you will be safe
beneath ice-cold hands
you notice you burn

thin cuts in your skin
embrace you in pain
when fear and danger
entangle with pleasure

and whisper you slowly
how love can be lonely
and sweetly seduce you
until you're awake

viernes

Hythyan dice:
..es como que me digan que tengo parkinson... no voy a poder escribir/dibujar/pintar más.
Hythyan dice:
mi vieja me dijo algo muy interesante el otro día. cuando uno tiene una enfermedad.. por lo general uno quiso tener esa enfermedad, porque le impedía hacer algo que en realidad uno no quería hacer.

por ejemplo, si me dijeran que tengo párkinson es porque probablemente algo en escribir/dibujar/pintar no me está gustando.
___ dice:
qué garron.

miércoles

detrás de las paredes
que ayer te han levantado
te ruego que respires todavía.

apoyo mis espaldas
y espero que me abraces,
atravesando el muro de mis días.

y rasguña las piedras... y rasguña las piedras..
y rasguña las piedras... hasta mí.

a penas perceptibles
escucho tus palabras
se acercan las bandas de rock and roll..

y sacuden un poco
las paredes gastadas
y siento las preguntas de tu voz!

y rasguña las piedras, y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras, hasta mí!

y ya estoy cansado de gritarte..
es que sólo quiero despertarte..

y por fin veo tus ojos
que lloran desde el fondo
y empiezo a amarte con toda mi piel!

escarbo hasta abrazarte
(y me sangran las manos)
¡pero qué libres vamos a crecer!

y rasguña las piedras, y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras, hasta mí, hasta el fin.


y rasguña las piedras, y rasguña las piedras,
y rasguña las piedras... hasta mí.
..es como que después de aprender un montón de pasos nuevos de patín, empiezo a practicar los que ya sé y a pulir cosas en esos, y me resulta comodo, entretenido y no me asusta.
pero no puedo quedarme sin aprender, sin animarme a hacer giros nuevos , aumentar la velocidad, saltar más alto.. porque me aburriría.
entro a la pista y empiezo con salto de bals.. me doy cuenta de que sé hacerlo más alto, entonces lo hago. si me desestabilizo no caigo... patinar para atrás ya me resulta natural.
sin embargo... pruebo todos los giros que sé y en algún momento veo a alguien haciendo otro. quiero aprender eso... pero necesito mucho más valor... necesito ser consciente de que probablemente me caiga, me duela, me lastime... pero que sin embargo, dentro de un tiempo, ya voy a saber este giro y voy a tener que entrar a la pista a practicarlo, nada más. va a pasar a ser parte de los 'conocidos'... y vendrán mil personas más a enseñarme otros que todavía no sepa.


Elias M Vernieri dice:
*crecer implica ejercer mucha violencia sobre uno mismo..
Hythyan dice:
*lo sé....
Elias M Vernieri dice:
* porque estas construyendote.
* y para eso tenes que destruir parte... y caminar sobre terreno inseguro.
While my heart is a shield and I won't let it down
While I am so afraid to fail so I won't even try
Well how can I say I'm alive
Miró hacia abajo: el abismo. Sonrió cuando se acordó de vos, una sonrisa breve. Un malestar en la garganta no la dejaba pensar con claridad. Se agachó, balanceándose en las puntas de sus pies. Calculó con errónea certeza la distancia entre su sonrisa y el suelo.

¿El Cif limpiará la sangre?
Seguramente, se respondió.

¿Para qué perder tiempo considerando los extremos de una decisión que ya está tomada?

You know that if you live like, you will die like
How can I erase your pain and aid you
When Death wants to kiss you and you want to kiss Him back...


[ http://www.asofterworld.com ]

domingo




yesterday love was such an easy game to play.
la primera vez que el viento
te trajo a mi
a penas vi
tu figura deslizándose en la luz.

comprendí que era tu imagen
la del amor
la de la unión
más allá de la distancia entre los dos

déjate resbalar
por aquella primera vez
déjate recopar
que yo te tomo de la mano y vos
traés alucinada
un brillo en la mirada
que me atrapa desde la primera vez.

la primera vez que el cielo
nos elevó
fue tanto amor
que la unión de nuestras vidas hizo dos.

aquí estamos aprendiendo
a sostener
nuestro querer
como el vuelo de dos aves, sin caer

déjate resbalar
por aquella primera vez
déjate recopar
que yo te tomo de la mano y vos
traés alucinada
un brillo en la mirada que
me atrapa desde la primera vez,
me atrapa desde la primera vez.