Esta vez no se trataba del miedo, ni del amor. Esta vez las palabras no gritaban su nombre, ni lloraban de dolor al pronunciar el tuyo, que ya empezaban a olvidarse. Aunque tampoco se trataba del olvido.... por primera vez las gotas de lluvia mojaban mi piel y yo no podía compararlas con nada.
Esta vez no había gritos, ni lágrimas, ni esperanza.
Un punto de inflexión, por fin, un punto virgen carente de todo, ¿una nueva oportunidad para empezar de cero? Ojalá...
ResponderEliminarOjalá.
ResponderEliminarGracias.