Miró hacia abajo: el abismo. Sonrió cuando se acordó de vos, una sonrisa breve. Un malestar en la garganta no la dejaba pensar con claridad. Se agachó, balanceándose en las puntas de sus pies. Calculó con errónea certeza la distancia entre su sonrisa y el suelo.
¿El Cif limpiará la sangre?
Seguramente, se respondió.
¿Para qué perder tiempo considerando los extremos de una decisión que ya está tomada?
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