Después del silencio sentí tu peso sobre mis hombros, pero cuando volteé para abrazarte no estaba todo vos ahí, ni estabas del todo vos. Sin embargo rodeé tus brazos, tus hombros, mis manos en tu espalda... como si hubiera querido evitar que tus pedazos se alejaran unos de otros, y al mismo tiempo intentar que no se maten entre sí. Quise darte un lugar adentro mío para que no estuvieras solo, para que esperáramos a que se calmara el llanto y se encontraran las palabras. Intenté hacerte sentir que tu dolor es mi dolor, y no sé si lo logré.
lunes
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