-Necesito que me pases un lápiz rojo.
-Lo estoy usando.
-Está bien, espero.
...
-¿Terminaste con el lápiz rojo?
-No. Ahora estoy pintando otra cosa.
-Bueno... cuando termines pasámelo, por favor.
-Sí, claro..
...
-Done?
-Dame un segundito más...
-Ble... voy pintando otra parte mientras. Pero apurate.
-Mhhm.
...
La niña toma un lapiz azul y comienza a pintar la parte superior de la hoja. Se pueden ver algunas nubes, una arboleda pequeña, un círculo amarillo unos centímetros por sobre la línea del horizonte, una línea blanca que atraviesa la hoja en la parte inferior, y el resto está prácticamente vacío.
Él, en cambio, trabaja con varios dibujos a la vez. Comienza por un color y pinta todo lo que de ese color sea, en cada uno de los trabajos. Sus formas son más definidas que las que dibuja la niña.
-Ey... ¿Y el lápiz?
-¿Para qué lo necesitás?
-Para mi dibujo...
-¿Pero vos no tenés lápiz rojo?
-No, por eso te pedí el tuyo. El que tengo es bordó.
-¿Y no te sirve igual?
-No. Quiero pintar el atardecer, y los atardeceres no son bordó.
-Da lo mismo, come on...
...
La niña tiene el lápiz bordó en la mano, pero todavía no empezó a pintar. Él dejó el rojo a un costado, pero lo suficientemente cerca como para que ella no lo alcance.
-El lápiz... ¿me lo prestás?
-Ya te dije que no lo necesitás, bonita.
-Lo quiero, más allá de que para vos lo necesite o no.
-Pero te va a quedar mal el dibujo. Los cielos no son rojos.
-Mi cielo va a ser rojo, porque es un atardecer.
-Bueno entonces pintalo con tus lápices. Yo no te voy a prestar un lápiz mío para que hagas un dibujo mal.
-No va a estar mal.... va a ser rojo, mirá, está atardeciendo ahora, querés ver cómo los atardeceres son rojos?
Ella lo toma de la mano y lo lleva hasta la ventana. En el horizonte, las tonalidades varían entre amarillos, naranjas y violetas. Después hay algunas nubes, y el resto de la bóveda permanece celeste.
-No veo rojo.
-Yo sí. Mirá, entre el naranja y el violeta.
-Eso no es rojo. Eso es naranja y violeta.
-Yo quiero que en mi dibujo sea rojo.
-Te comprarás un lápiz rojo entonces, mi lápiz no va a hacer las cosas mal.
-Está bien, para vos no lo necesito. Para mí sí. Y ninguno de los dos tiene por qué tener razon...
-Pero yo no voy a ayudar a hacer algo que para mi está mal.
-¿En qué me lastima pintar mi cielo de rojo?
-¿Quién te dijo que para mi algo era malo sólo si te lastima?
-Pero entonces, ¿de qué forma es malo pintar el cielo de rojo?
-¿No ves? yo creo que para estas cosas te vas demasiado por las ramas. Y no dejarte pintar el cielo de rojo con mi lápiz probablemente te ayude a ver que no siempre vas a poder hacer las cosas como quieras en el tiempo que quieras con quien quieras. Yo creo que necesitás aprender eso.
-¿Y? ¿Quién te dice a vos qué es lo que yo necesito?
-Yo sé qué es lo que necesitás.
-No. Nadie más que nosotros sabe lo que necesitamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario