http://youtu.be/wZi-HDLJifI
Se despiertan las puntas de los hilos que tejen mi cuerpo... se separan en hilos más finos, el aire alrededor se vuelve más permeable, y desaparece la película invisible que hay alrededor de mi piel, de la que pocas veces soy consciente.
Estiro mis brazos, extendiéndolos sobre el todo que me rodea, que me alcanza. Puedo moverme, formar parte del aire...
Mis brazos vuelven hacia mí, para abrazarme... el sólo deseo de atraerlos hacia mi cuerpo hace que los hilos se doblen y se acerquen. Cuando mis brazos están sobre mi pecho, me abrazo y siento cómo esos hilos van uniéndose a otros, formando conexiones tensas... si muevo los brazos siento como esas conexiones se rompen y a su vez se van formando nuevas, tan débiles (o tan fuertes) como las anteriores.
Quizás no me importe si esto dure para siempre...
Mis piernas se encargan de mecerme, y no llego a darme cuenta de dónde proviene la órden para que lo hagan, víctimas de una música que no puedo decodificar.
Sucede que en algún momento los hilos, atentos, ávidos, se conectan con hilos que se sienten distintos... las conexiones producen un cosquilleo más simple, más inesperado.
Sólo puedo sentir esos hilos cuando esto sucede... no hay información que procesar, no hay ideas invasivas... no hay cuerpo, no hay otros hilos. El contacto requiere mi atención completa... quiero que siga... Siento como nuevos hilos van conectándose, cada vez más unidos con los otros, cada vez más cerca, cada vez más superficie...
En la espalda, en los brazos, en los hombros...
La piel dejó de ser tal, mis manos, mis piernas, mi cabeza ya no se mueven por mi voluntad, sino que buscan encontrarse nuevamente con hilos tuyos, de los que enredarse y desenredarse, de los que tironear, a los que tentar a enredarse para después hacerse a un lado y darte cosquillas.
Ahora todo es hilos enredados, o esperando enredarse... ya no hay aire queriendo desvanecer los bordes de mi cuerpo, porque ya no hay bordes. No hay besos o caricias, sólo conexiones que se unen y separan. Siento el tirón de las separaciones y la atracción de dos hilos que están por enredarse... y una después de la otra van sucediéndose, a lo largo de todo lo que alguna vez consideré mi cuerpo.
Las separaciones se vuelven cada vez menos perceptibles, las uniones más fuertes... puedo acercarte hacia mí para mantener nuestros hilos unidos por más tiempo, o puedo deslizar mis manos para que vuelvas a sentir las separaciones y te cambie la respiración. Cuando se juntan nuestros hilos respiramos más fuerte... y nos damos cuenta de que algunos hilos son aún más fuertes que otros, que son más intensos, que las continuas intermitencias de los hilos que se unen y deshacen, que se forman y se separan, hacen que levante la temperatura.
más cerca
más lejos
más fuertes
más intermitentes
más imperceptibles
más rápido
más lento
más calor
La voluntad de las conexiones nos excede. Por más que intente alejarme, mis hilos tienden a tus hilos. Tus hilos tienden a mis hilos. La posibilidad existe, de que quizás no querramos separarlos.
Quizás no nos importa que dure para siempre.
Nada más hay ahora, que hilos que bailan ante el sonido del aire. Hilos que esperan, fines de largas conexiones que unen tus hilos con alguna clase de conciencia de mí misma, que a la vez son parte de mí, pero que me dictan tu temperatura, tu frecuencia, la intermitencia de tus hilos. La ambigüedad de pertenencia me confunde... quiero hacerme dueña de esos hilos; sé que son ajenos a mí al comunicarse conmigo, y que son más yo que nunca en el momento en que te conectan conmigo.
Me acompañan palabras que describen, ante la ausencia de conexiones que me abrumen, las conexiones que existen y las que puedo recordar.